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Cambios

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A finales de 1982, en esta zona también sucedió que repentinamente aparecían varias reses muertas a dentelladas o mordidas de animal fiero. Los logísticos de la guerrilla, preocupados por ello, porque aquellas vacas eran la única reserva de comida que tenían, decidieron comenzaron a cazar a la fiera. Algunos pensaban que eso seguramente era un puma o un tigrillo o tigre, que había llegado hasta ahí proveniente de las montañas selváticas de Honduras. Lo cierto es que las huellas de las garras y los colmillos en las reses daban escalofríos. Varias escuadras guerrilleras, que coordinaban operaciones por radio, le pusieron emboscadas, minas y trampas pero el escurridizo animal no caía. Entonces resultó que a historia de la mujer del río Sapo y de la fiera que mataron a las reses se enredaron a tal punto, que ya no se sabía si es que eran dos cosas distintas o era el mismo ser del demonio que cambiaba de cuerpo a su antojo. Por esto la mayoría de combatientes evitaba pasar por las noches por el río Sapo, porque sentían temor de estos sucesos que estaban ocurriendo. Pasaba el tiempo y las risas de la mujer se seguían escuchando constantemente por las noches y las reses seguían apareciendo muertas. Sin embargo al siguiente verano misteriosamente tanto la misteriosa mujer como los ataques de la fiera desaparecieron y no se volvió a oír más de ella… Pero resultó que dos años más tarde, un grupo de las fuerzas especiales de la guerrilla atrapó por casualidad a la misteriosa mujer del río Sapo. La agarraron desprevenida, pero según sus propios testimonios, no fue nada fácil someterla. Se resistió con gritos, uñas, patadas y mordiscos y con fuerza de varios machos juntos. La llevaron a una clínica guerrillera donde un médico, la calmó con pastillas y un poco de paciencia.
Para entonces esta mujer tenía el pelo todo alborotado, sus dientes estaban ennegrecidos, tenía las manos y los pies llenos de callos, la piel entera llena costras y cicatrices, la mirada perdida, y gritaba constantemente como queriendo no estar ahí. Muchos de los primeros que la vieron encomendaron sus almas al Señor. Otros aseguraban que el puma y la mujerera el mismo maléfico ser.  Tras varios días de cuidados médicos, alimentación y baños, la misteriosa mujer del río Sapo se fue transformando en una hermosa muchacha de unos 24 años. Ahora con su cabello limpio, cuidado, sedoso y muy bien peinado, dejando ver su rostro trigueño de ojos claros, nariz recta y una boca bonita. Su cuerpo era parecido al de las mujeres campesinas originarias de la zona de Arambala. Pechos generosos, tobillos gruesos y caderas grandes. Cuando por fin comenzó a hablar de manera normal, ella relató que en diciembre de 1981 los soldados de la fuerza armada hicieron una matazón de gente en el Mozote, Los Toriles, La Joya y otros caseríos cercano. Ella, al ver la sangre de niños, mujeres y hombres solo pudo correr, huyó despavorida y se refugió en las orillas del río Sapo. Pasó unos tres años huyendo, para sobrevivir comió raíces, hojas, cangrejos de agua dulce y jutes. Dormía debajo de los árboles más frondosos para medio cubrirse de la lluvia, se le deshizo la ropa con el tiempo, ella soñaba por las noches con la matazón y nunca habló con nadie. Era una sobreviviente de aquella masacre. Fue precisamente en la clínica guerrillera donde finalmente pudo recuperar el juicio, el habla y e incluso la belleza que llevaba escondida. Y se quedó ahí, con el tiempo, tras muchas noches de abstinencia pasional, no dudó en darle el sí, a un avispado guerrillero que nunca creyó en la Siguanaba. La embarazó. La mandaron al refugio de Colomoncagua en Honduras, donde le nació un niño que no era para nada el Cipitillo.

CEBES Perquín

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