Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra
Fecha: 21 – 05 – 2023
Ciclo litúrgico: Ciclo A – Ascensión del señor
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 28, 16-20
Después de la resurrección del Señor, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de Él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”.
Homilía
Jesús y sus discípulos y discípulas concluyen un ciclo. En los últimos días estuvieron en Jerusalén, que fue el escenario de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ahora Jesús, el resucitado, convoca a todos y todas a un cerro de Galilea. Fue en Galilea donde inició su vida pública y donde recorrió todos los pueblos para anunciar la buena nueva. Allí mismo se despide.
Al verlo unos se postraron de inmediato, otros vacilaban ¿sería él el resucitado?) Siempre será así, pues, la fe es una opción no ajena a las dudas. Solo en la constante práctica de la fe se va descubriendo la veracidad de ella.
Según el evangelista Mateo, Jesús aprovecha el momento para un pequeño discurso.
Primero Jesús se presenta: ´´se me ha dado todo poder en el cielo y la tierra´´. Podemos decir que Jesús se presenta como el Señor, el que debe mandar en nuestra vida, él a quien debemos obedecer.
Ojalá que no nos confunda la palabra ´´poder´´. Sabemos que en el pensamiento de Jesús todo poder es para servir y no para dominar o someter.
En este caso se entiende mejor la palabra poder, como autoridad que tiene un profesor para enseñar, orientar, acompañar a los alumnos y nunca para someterlos y mucho menos maltratarlos.
En seguida, después de presentarse Jesús pasa a lo que podemos llamar el núcleo de su mensaje.
´´ Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado´´.
Jesús deja a sus discípulos y sus discípulas un encargo o una misión. Cualquier seguidor de Jesús debe cumplirla en el espacio donde se mueve y con los medios que están a su alcance.
Se ha reflexionado y escrito bastante sobre el misionero y cómo debe empeñar su tarea. Quisiera compartir algunas conclusiones a las cuales se ha llegado.
- El misionario no debe sentirse el representante de un instituto. Antes que nada está ahí para servir, ajeno a toda ansia de poder. No pretende imponer nada. Solo quiere escuchar y compartir.
- Aunque es sacerdote u obispo, es uno de los demás. El mayor tiempo debe ocupar para escuchar y para servir de la mejor manera a la comunidad.
- No es como un maestro que enseña la única verdadera doctrina y que regaña a todos que se apartan un tanto de ella. Junto a todos los hombres y mujeres, desea descubrir la buena noticia y todas sus implicaciones para una vida auténtica y plena.
- No solo se preocupa por su propia tienda (la iglesia católica). Su preocupación abarca el mundo entero y desea aportar todo lo que pueda para que sea mejor.
- No es el vigilante de la ley. Convoca a la práctica del amor que debe estar dirigido, a ejemplo de Jesús, de manera preferencial a los pequeños, los vulnerables y los pobres.
Aún en esto M. Romero resulta un ejemplo para nosotros y nosotras. Fue beatificado y canonizado. Aunque muy poco ha viajado, pues, deseaba siempre estar cerca de su pueblo, su vida y su mensaje ha tenido un impacto enorme en el mundo entero. En este sentido se hizo, sin pretenderlo un verdadero misionero.
Otro famoso Obispo Dom Helder Cámara (Brasileño) se hizo igualmente un destacado misionero, abogando en el mundo entero por la liberación del pueblo latinoamericano. Comparto con ustedes un poema de él, en el que define muy bien lo que es misión y lo que debe ser un misionero.
Misión es partir.
Misión es partir, caminar y dejar todo, salir de si, quebrar la corteza del egoísmo, que nos encierra en nuestro yo. Es parar de dar vueltas, alrededor de nosotros mismos. Como si fuésemos el centro del mundo y de la vida.
Es no dejar bloquearse en los problemas del mundo pequeño, a que pertenecemos.
La humanidad es más grandeMisión es siempre partir, más no devorar kilómetros.
Es sobre todo abrirse a los otros, como hermanos, descubrirlos y encontrarlos.
Y si para descubrirlos y amarlos, es preciso atravesar los mares, y volar por los cielos.
Entonces, misión es partir, hasta los confines del mundo.
Jesús concluye su pequeño discurso con una palabra de ánimo: ´´ Y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.
La despedida definitiva de Jesús debe haber impactado bastante en los discípulos y discípulas después de tres años de estrecha convivencia, y más tarde en aquellas primeras comunidades, sujetas a una tremenda persecución. Se les invadió sin duda un sentimiento de orfandad y abandono y a la vez mucha inseguridad ahora que les tocaba caminar solos y darle continuidad a la misión sin poder contar con la presencia permanente y cercano de su líder.
Estos sentimientos de orfandad y abandono no son ajenos a nosotros y nosotras. Nos nacen también en momentos críticos o difíciles y hasta podemos llegar a la sensación de que Dios mismo nos ha abandonado.
Es necesario entonces recordar a los primeros cristianos y cómo ellos fueron capaces de recuperar el ánimo y la fe en la presencia cercana de Jesús.
Dice José Antonio Pagola:´´ Para los primeros cristianos, Jesús no es un personaje del pasado, un difunto a quien se venera y da culto, sino alguien vivo, que anima, vivifica y llena con su espíritu a la comunidad creyente. Cuando dos o tres creyentes se reúnen en su nombre, allí está él en medio de ellos. Los encuentros de los creyentes no son asambleas de hombres huérfanos que tratan de alentarse unos a otros. En medio de ellos está el resucitado con su aliento y fuerza dinamizadora. Olvidarlo es arriesgarnos a debilitar de raíz nuestra esperanza.’’
Y algo así expresa Monseñor Romero, de mantener la esperanza, pues, no estamos solos.Dice:
‘’Ningún cristiano debe sentirse solo en su caminar, ninguna familia debe sentirse desamparada, ningún pueblo debe ser pesimista aun en medio de las crisis que parecen insolubles, como las de nuestro país.
Dios está presente, no duerme, está activo, observa, ayuda, y a su tiempo actúa oportunamente.
Padre Rogelio Ponseele.
Referencias
Evangelio tomado de: https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-05-21