Anónimo

Cambios

De CEBES Perquín
sin resumen de edición
Teniendo presente el reino prometido, tanto en su dimensión trascendental como en su dimensión histórica, podemos entender fácilmente tres cosas:
# No son dichosos los pobres por su pobreza. Su miseria no es un estado envidiable o un ideal. Son dichosos porque Dios está con ellos y les hará justicia, haciéndolos partícipes del reino. Es necesario observar que no se trata de un mero regalo que Dios les va a dar, sino que también ellos mismos tendrán que aportar, a fin de que el reino podrá instaurarse. Razón tenía el P. Ellacuría cuando entendía la primera bienaventuranza como felices los pobres no tanto de espíritu sino con espíritu, con espíritu para trabajar por el reino. <br /><br /># Ay de ustedes los ricos no es una condena más bien una advertencia y antes que nada una llamada a la conversión. Decía M. Romero: “Cuando hablamos de iglesia de los pobres, simplemente estamos diciendo a los ricos también, vuelvan sus ojos a esta iglesia y preocúpense de los pobres como un asunto propio, como si fueran ellos, los pobres, su propia familia.”<br /><br />
# No es de un día a otro que Dios a los pobres hará justicia. Depende mucho con qué rapidez el reino se hará presente. Y esto tiene que ver con el empeño de cada uno y una de nosotros. El propósito de Jesús era anunciar y trabajar por el reino. Este tiene que ser también el propósito de nosotros y nosotras.<br />