Anónimo

Cambios

De CEBES Perquín
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sin resumen de edición
“'''Todo cambió cuando comenzaron las matanzas “'''
Antes de la guerra había estudiado hasta cuarto grado creo, ya sabía leer y escribir, porque mi papá quería que estudiase, y 14 pensaba mandarme a la escuela en Torola. Nosotros vivíamos en Tortolico, en Agua Zarca. Todo cambió cuando comenzaron las matanzas y empezaron a aparecer cadáveres. Recuerdo a un señor, que era tío mío, que decía que él no se metía ni con los guerrilleros ni con las fuerzas armadas, pero las fuerzas armadas lo mataron. A ese señor lo enterraron en El Tortolico, como a muchos, y ese lugar es ahora muy solo, nadie ha querido volver a vivir ahí porque mataron a mucha gente. Mi mamá volvió, pero más arriba, allá la gente sólo va a hacer milpa, pero no quiere vivir.
Creo que, con todo, esa guerra nos ayudó, sobre todo a las mujeres a hacernos más independientes, a empoderarnos. Sin saberlo, durante la guerra desarrollamos un tema de género. También siento que además de hacerme independiente he perdido apego por lo material, puedo vivir casi en cualquier sitio y con poco. La casa donde vivo es de mi compañero actual, que también fue guerrillero, y con nosotros vive uno de nuestros hijos y mi nieta. Tenemos un hijo en común y yo tengo otros tres, los papás de los otros murieron en la guerra. Si un día tuviese que separarme no tendría problema en marcharme y vivir en cualquier otro lugar.
Aunque estamos muy bien y él es un hombre que se ha hecho muy igualitario, respeta mi trabajo, mis reuniones y todo lo que hago. Nosotras seguimos organizadas, en CEBES. Él estuvo trabajando como conductor, también tuvimos una venta de tortillas en el pueblo, y nos iba bien hasta que nos dijeron que ya no había espacio. En la guerra él quedó amputado de una mano y una pierna, porque le estalló una mina. Él pudo desmovilizarse y le dieron algunos muebles, algo de dinero y formación como conductor, y eso le permitió trabajar como conductor durante un tiempo, ahora tiene una pensión.
Una de mis hijas está en Estados Unidos, mi hijo vive en Torola, se dedica a la agricultura, mi otra hija es maestra y trabaja en una escuela de Torola y el más pequeño quiere estudiar arquitectura.
Así seguimos luchando, yo además de la costura en el taller hago lo que puedo... Estuve un tiempo haciendo pupusas, que vendía por la tarde en la casa, al llegar del taller. Y ahí vamos,siempre estoy haciendo algo para buscarme ingresos. Tenemos claro que la lucha no termina nunca.