''“'''Mataron a mi esposo y decidí quedarme con los compas”'''''<br />
''Mi compañero seguía desaparecido, pero lo liberaron, aunque volvió muy mal, muy delgado, y tuvo que marcharse con los compas. Pero ya entró de nuevo el ejército en la zona y nos tuvimos que ir hasta Sabanetas, y estuvimos allá seis meses. Después nos volvimos a Perquín, aunque ya estábamos en plena guerra y todos los días escuchábamos a los aviones. En 1.983 me embaracé de nuevo y tuvimos una niña, pero al año siguiente detuvieron de nuevo a mi esposo, y nunca volvió, lo mataron. Me quedé sola con los dos niños, sin nada, sin dinero, y no hallaba qué hacer, y empecé a trabajar con los compas, ellos me querían llevar al refugio, pero yo no me quería ir. Ellos me dijeron que si me quería quedar tenía que trabajar, y yo dije que eso no me importaba, pero que no me iba porque lo de la muerte de mi esposo me había provocado mucha indignación. Empecé a trabajar, formamos una directiva y reclutábamos gente para organizar las marchas, que se desarrollaban en San Salvador. Éramos casi todas mujeres, que trabajábamos en distintas áreas. Ya en el 85 teníamos organizado un comité grande, unas hacían tortillas, otras engordaban animales, otras iban a comprar, trabajábamos con la guerrilla como población civil. Ya nos reuníamos con el padre Miguel Ventura, y otros sacerdotes, y empezamos a trabajar con la biblia. Lo llamamos Comité de Madres Cristianas, y formábamos parte del grupo eclesial de base.''