Ya viene el esposo, salgan a su encuentro
Fecha: Domingo 12 de Octubre de 2023
Ciclo litúrgico: 32° domingo del tiempo ordinario - Ciclo A
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25, 1-13
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro”.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: “¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?” Pero éstas les respondieron: “No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado”.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: “Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió: “Les aseguro que no las conozco”.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
Homilía
El evangelista Mateo está preocupado.
En su comunidad, si hay cristianos que se mantienen alertas, preocupadísimos ante el rumbo que va tomando el mundo, y siempre dispuestos, con sus palabras y acciones, a contribuir a la instauración del reino. Jesús sigue siendo para ellos, el que va marcando el camino a recorrer.
Pero hay también un grupo de cristianos, cada vez mayor, que solo son, diríamos, cristianos de nombre. Hacen su vida sin mayores propósitos, a no ser el de alcanzar un cierto nivel de bienestar. Su discurso no difiere al de todo el mundo. Y han quedado dormidos, desinteresados respecto a lo que sucede en el mundo. De hecho, se han olvidado de Jesús y el reino por el cual él se desvivió.
Esta situación que él, Mateo, observa en su comunidad le motiva a colocar en su evangelio una de las parábolas de Jesús: la parábola de las diez jóvenes, cinco necias y cinco prudentes. Su objetivo es valerse de esta parábola para catequizar a los cristianos, miembros de su comunidad.
La boda era una fiesta de gran alegría. Durante siete días pasaban comiendo, cantando y bailando. Había un momento culminante: el encuentro de los novios. Era costumbre que un grupo de muchachas con cánticos y antorchas le salieron al encuentro para después todos y todas ir a la casa donde se iba a celebrar la fiesta.
Mateo aprovecha esta parábola para catequizar a su comunidad. Insiste en la necesidad de estar vigilantes: corren tiempos difíciles y cuando llegue la hora del juicio definitivo de Dios, nadie debe sentirse seguro. Hay que tener aceite de repuesto, hay que estar preparados, que nadie duerma en sus laureles, sino que vele alerta. Todo esto quiso decir Mateo con esta parábola, que termina dramáticamente con la puerta cerrada.
¿Estar vigilantes que significa esto para nosotros?
- Antes que nada estar alerta ante un mundo que se está deshumanizando.La deshumanización de nuestro mundo está a la vista.
*Presenciamos un mundo rico y un mundo pobre y una brecha entre ambos que se va profundizando;
*Estallan, a menudo, guerras que causan miles y miles de muertos de gentes inocentes;
*Al interior de muchos países como el nuestro, observamos mucha violencia de un lado y de otro, que al final genera aún más violencia;
*Se lee todo un listado de casos de enriquecimiento ilícito y de corrupción que llenan las páginas de los noticieros;
*Hay, cada día, un número alarmante de violaciones y agresiones sexuales de todo tipo;
*Se trivializa las normas morales y hasta matar es asumido, a veces, como única salida. etc…
- Denunciar y resistir ante todo esto, contribuyendo, en lo que esté a nuestro alcance, a que el mundo sea más humano.
Ante las muchas voces pesimistas, al respecto, quisiera citar las palabras de un teólogo holandés Edward Schillebeekx, decía:¨puede hablarse dentro de la sociedad de un frente común de creyentes y no creyentes, de cara a un mundo mejor, de aspecto más humano¨. Es decir, señala que, a su juicio, cada vez hay más gente que rechaza el mundo actual y aboga por un mundo más humano.
En el fondo de esto, hay una conciencia, de que algo esencial no se ve cumplido, y el sentimiento de que podríamos ser más humanos, más felices, y más buenos en una sociedad más justa, aunque siempre limitada.
En este contexto cobra una actualidad particular la llamada de Jesús: ¨ estén siempre vigilantes. Son palabras que invitan a despertar, a vivir con más lucidez, sin dejarnos arrastrar y modelar pasivamente por cuanto se impone en nuestra sociedad.
Una advertencia. (al concluir)
Es correcto, tomando el evangelio como catequesis, ante un fenómeno que se está presentando en la comunidad, insistir en la necesidad de llevar aceite de repuesto, en ser capaces de vigilar aún durante horas de la noche y que si se descuidan mucho podrán correr el riesgo de encontrarse ante una puerta cerrada.
Los cristianos deben tomar esto muy en serio. Pero Dios, su amor, su misericordia siempre superarán a nuestro corazón. En este sentido es mejor referirse a un novio alegre y generoso que, la puerta de la sala de la boda la tiene abierta de par en par, a fin de recibir a todos y todas que quisieran participar en la gran fiesta.
Ciertamente en esta parábola se está hablando del final de los tiempos, del día del juicio, del ajuste de cuentas.
Se ha, y aquí viene la advertencia, durante mucho tiempo, aprovechado esta parábola, donde el novio tiene la puerta cerrada, para aterrorizar al pueblo de cara a ese día final. El miedo al infierno, el fuego y sus castigos, han sido constante tema de los predicadores para presionar a la gente a cambiar de vida, a convertirse.
A partir de estas ideas tenebrosas, la imagen que muchos se hacen de Dios es bien mezquina. Como si fuera un policía que lleva cuenta de actos buenos y actos malos y que, por fastidiarnos, nos enviará la muerte cuando menos nos imaginemos, gozándose casi en agarrarnos en falta ese día y
mandarnos de cabeza a las calderas de aceite hirviendo.
Frente a todo esto hemos de abrirnos a la realidad del Dios de Jesús. Un Dios alegre, que prepara un banquete de boda para recibirnos en la otra vida, capaz de comprender nuestras debilidades, que quiere nuestra felicidad, más grande siempre que nuestro corazón.
Padre Rogelio Ponseele