No teman a los que matan el cuerpo

De CEBES Perquín

Fecha: Domingo 25 de Junio de 2023

Ciclo litúrgico: 12° Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 10, 26-33

Jesús dijo a sus apóstoles:

No teman a los hombres. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que Yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas.

No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquél que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno.

¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes. También ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.

Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, Yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero Yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.

Homilía

Volaban aviones A -37, tirando bombas sobre el territorio, donde nos encontramos; se escuchaba el ruido de helicópteros, anunciando un nuevo operativo; y esporádicamente se escuchaba una y otra balacera. Me llenaba  de miedo y fui donde el comandante a proponerle que saliéramos ya de la zona.

No padre, me dijo sonriendo, no se preocupe, están lejos todavía.

Después me quedé pensando, por qué tanto miedo. Me sentía muy desafiado por los compañeros y compañeras, viendo con qué alegría y entusiasmo salieron a un combate, cuando esto, muy bien, pudiera haber sido su último día de vida.

El miedo es una sensación que se experimenta ante un peligro inminente. El miedo es natural y es de todos y todas. Del miedo, aunque en la mayoría de los casos se valora como negativo, también se puede valorar como positivo, es decir, nos hace tomar las decisiones más razonables y prudentes. El miedo, sin embargo, se vuelve totalmente negativo, cuando nos paraliza y nos imposibilita actuar de acuerdo a cómo nuestros ideales más nobles, nos indican.

Llama la atención las muchas veces que Jesús exhorta a no tener miedo. En tiempos de Jesús y entre los discípulos y discípulas había, además de aquellos miedos comunes inherentes a la condición humana, miedo al imperio romano, y miedo a la religión oficial: el poder político y el poder religioso.

El poder romano no tuvo tanta incidencia en Palestina, que se consideraba poco relevante por su reducido tamaño y prestigio. No obstante, el poder romano, se sabía bien representado en este pequeño país por los reyes (Herodes) y por el Gobernador que respondían, por interés propio, cabalmente, a sus indicaciones.

El poder religioso, asumida por la iglesia judía oficial, administrada por el sanedrín, y además representada por los sacerdotes y fariseos, si hizo sentir su presencia, y manifestó una y otra vez su desacuerdo con Jesús.

Al insistir que todo poder solo es para servir, se echó encima la enemistad de ambos poderes. Como sabemos ambos poderes se unieron a la hora de capturar, condenar y ejecutar a Jesús.

Los discípulos y las discípulas lo tenían bien claro e iban pensando, si esto sigue así el proyecto, con el que se habían ilusionado tanto, seguro, que iba al fracaso. Tenían miedo ante un futuro poco o nada alentador.

Y Jesús, igualmente, sintió miedo y tristeza. El Episodio de Getsemaní lo comprueba. Viendo muy cercana y muy posible una muerte violenta, Jesús se sintió como nunca tan vulnerable y tan débil. La carta de los Hebreos nos habla de las lágrimas con las que suplicó a su Padre que le salvara, de la muerte (Heb.5, 5-10).

La voluntad que Jesús pide que se cumpla es la de Dios. También le pide a su Padre que le haga capaz de superar la debilidad, que siente en aquellos

momentos, que fortalezca su frágil voluntad de hombre que tiene miedo, que  desconfía, que pierde apoyos para su esperanza.

No tengan miedo, dice Jesús, una y otra vez. Y sabe lo que dice y por qué lo dice. Su mensaje es sumamente alentador.

La mentira que tanto se propaga, perderá su vigencia, la verdad se impondrá.

Las malas intenciones no quedarán ocultas, saldrán a la luz del día.

Lo que no se sabe hoy, llegará a saberse con toda claridad.

Los y las que matan no tienen la última palabra, esa palabra la tiene Dios.

Y cuenta una pequeña parábola. Dos gorriones no valen nada, pero sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga su Padre. Pues ustedes, hasta los cabellos de la cabeza tienen contados. Por eso, no tengan miedo, no hay comparación entre ustedes y los gorriones.

Jesús insiste:¨quién se pone de mi parte nada ha de temer. El último juicio será una sorpresa gozosa. El juez será mi Padre del cielo, el que los ama sin fin. El defensor seré yo mismo que me pondré de su parte¨.

¿Quién puede infundirnos más esperanza en medio de las pruebas?

Y Jesús nos exhorta a no aflojar: lo que les digo de noche, dígalo en pleno día; y lo que les digo al oído pregónalo desde la azotea.

El miedo habrá que sustituirlo por una actitud de confianza.

1.Confianza en nosotros mismos.

Somos capaces de mantenernos firmes en medio de situaciones adversas. Somos capaces de tomar, con la debida lucidez, las mejores opciones, a pesar del miedo que sentimos. Somos capaces de seguir avanzando hacia los objetivos planteados aún cuando el miedo nos invade. Se trata, podemos decir, de una autoestima, que nos hace lúcidos, fuertes e invencibles.

2.Confianza en los demás.

Mi madre tenía un dicho poco cristiano. Nos decía: ¨hay que ser de confianza, pero no hay que confiar en nadie¨. No lo comparto. Hay mucha gente en nuestro alrededor que nos quiere tender una mano, cuando ven que estamos pasando situaciones difíciles. Animándonos nos ayudan a vencer el miedo y seguir haciendo lo necesario para superar la difícil situación en que nos encontramos.

3.Confianza en Dios.

Al hacer, en la primera parte una relectura del evangelio, hemos señalado muchas cosas que solo se entienden desde la fe. La fe es una opción, más allá de las dudas. A través de una práctica constante ella va demostrando su veracidad.

A través de la palabra y la práctica de Jesús vamos descubriendo al verdadero Dios. ¨Un Dios que no es sino amor. Todo lo que nace de él es amor. De Él solo nos llega vida, paz y bien. Yo me puedo alejarme de Él pero Él no cambia. Él nunca deja de amarme. Además, Dios me ama incondicionalmente, tal como soy.

Hay algo que no he de olvidar. Nunca estaré solo. Todos vivimos, nos movemos, y existimos en Dios. (según José Antonio Pagola)

Si esto es el Dios de Jesús en quien creemos, siempre podemos confiar en Él. Él en ningún momento nos va a defraudar.

Padre Rogelio Ponseele

Referencias

Lectura del evangelio tomado: https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-06-25