Si te hace caso, has salvado a tu hermano

De CEBES Perquín
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Fecha: Domingo 06 de septiembre de 2020.

Ciclo Litúrgico: Ciclo A - 23° Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio Según San Mateo(18. 15-20)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.

Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considérarlo como un pagano o un publicano.

En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.

Os digo, además, que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Resumen

La comunidad es un espacio fundamental para el desarrollo de toda persona. Hay tres, tres espacios donde nos movemos: comunidad familiar comunidad social y comunidad eclesial.

Una buena comunidad requiere algunas prácticas. El evangelio menciona la práctica del amor, la corrección fraterna y la oración comunitaria, específicamente para la comunidad eclesial. La oración principal, din duda, es la eucaristía. No podemos prescindir de esta celebración con la que mantenemos y consolidamos el vínculo con Jesús.

Homilía

La comunidad un espacio fundamental.

La comunidad

El evangelio de hoy nos remite a la comunidad, siendo ella fundamental en la vida de todo ser humano. Porque es en ella donde podemos desarrollarnos y realizarnos plenamente. Colocándonos al margen de la comunidad, entonces nos debilitamos, nos estancamos.

Necesitamos estar dentro de la comunidad, luchando, y esto es precisamente la manera de desarrollarnos y realizarnos. Lo que estoy diciendo lo resalta la ciencia humana, un dato que la biblia reafirma una y otra vez.

Podemos decir que hay tres comunidades, tres espacios donde nos movemos.

1. La comunidad familiar. Todos somos testigos de cuanto, para bien o para mal, la familia ha impactado en nuestra vida.

2. La comunidad social. Un grupo de familias que viven en un mismo lugar constituyen una comunidad, Como sabemos, por estar juntas, tienen problemas y preocupaciones comunes.

3. La comunidad eclesial. Los cristianos que se reúnen en torno a Jesús y en él encuentran inspiración y motivación, constituyen la comunidad eclesial.

Importante es tanto una como otra comunidad, Invertir toda nuestra energía en la familia y quedarnos de espalda a la comunidad social y eclesial no es bueno. Tampoco es bueno lo contrario, movernos activamente en la comunidad social o en la comunidad eclesial y descuidarnos de nuestra familia. Debemos saber repartir nuestro tiempo y energía en los tres espacios     donde nos toca vivir.

Prácticas

Ahora las lecturas se refieren a algunas prácticas que no pueden faltar.

1. La práctica del amor. Un carro cualquiera, permítanme esta comparación, funciona a base de gasolina, una comunidad funciona, y no puede ser de otra manera base del amor mutuo.

Es el amor que une estrechamente a los miembros de una misma familia. Es preocupante cuando uno, después de unos años, observa un debilitamiento del amor, pues entonces se presenta el peligro de una posible desintegración de la familia.

Es el amor que hace que los vecinos y vecinas le dan la mano y se unen para resolver los problemas comunitarios.

Es el amor que da consistencia a la comunidad eclesial y la fuerza para cumplir las responsabilidades cristianas.

Habrá que leer el capítulo 13, de la primera carta de San Pablo los Corintios, es un himno al amor.

E igualmente hay que leer el capítulo 22,34-40, donde Jesús resalta el mandamiento del amor como muy fundamental, y muy superior a las demás leyes judías.

2.La corrección fraterna. En los tres espacios, donde nos movemos, es bueno practicar la corrección fraterna.

En la familia son los padres que corrigen a los hijos y las hijas, No pueden prescindir de esta tarea, haciéndola siempre de buena manera. En un momento dado puedan ser los hijos y las hijas que corrigen a sus padres. Y esto resulta muy saludable. Una crítica debemos saber hacerla, para ayudar, nunca para herir. También se debe saber aceptar la crítica, venga de donde venga. Es así como podemos mejorar nuestra conducta e ir creciendo.

En la comunidad social también se debe practicar la corrección fraterna. No podemos desatender a un hermano o hermana que se está descarrillando. Algunos dicen, esto es el problema de él o de ella. Esto no es una actitud cristiana. Habrá que acercarse y ayudarle, de manera fraterna, a que corrige su conducta.

La lectura nos enseña una metodología. Primero uno debe acercarse al que se está descarrilando. Si esto no da resultado hay que acercarse entre varios para persuadirlo o persuadirla. Si tampoco da resultado, hay que plantear el caso ante la comunidad. Esta metodología que incluye tres pasos nos está diciendo de que estos casos debemos tratarlos con mucha paciencia y delicadeza. Este último resulta muy importante porque no se trata de destruir a nadie; se trata de ayudarle a quien está fallando a fin de que vuelva al buen camino.

3. Al final de la lectura hay una exhortación específicamente para la comunidad eclesial. Debemos reunirnos para celebrar y orar juntos y juntas, Una oración comunitaria tiene una fuerza especial porque es una oración reforzada por la presencia de Jesús, dice, “donde dos o tres y mi nombre están reunidos, allí estoy presente yo, en medio de ellos.”.

Llama mucho la atención que Jesús habla de dos o tres. Dos o tres, a juicio de Jesús ya forman una comunidad en la que él se hace presente, No está pensando en una reunión masiva y mucho menos en una reunión donde está presente el sacerdote o el obispo o el papa.

Nosotros somos diferentes. Damos mucha importancia al número. Cuando hacemos algún comentario respecto a alguna reunión, antes de referirnos al contenido de la reunión, nos referimos al número de gente. Claro, ver mucha gente en una actividad, agrada. Pero no es lo más importante, Leí hace poco un libro, donde un capítulo, cuestionando nuestro entusiasmo, en torno al número, se titula “Dios no puede contar” ...

Nuestra reunión más importante es la misa. A través de la liturgia de la palabra y a través de la parte eucarística, Jesús se comunica y se identifica con nosotros. La palabra de Dios nos enseña todo lo que se refiere a su vida y su mensaje, la parte eucarística es una manera de ser memoria de Jesús

El recuerdo de Jesús, se hace domingo a domingo, para que nos vayamos contagiando de su espíritu, a fin de que llevemos una vida auténticamente cristiana, anunciando, mediante nuestra práctica, la buena noticia.

Padre Rogelio Ponseele