Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió

De CEBES Perquín
Revisión del 15:21 21 mar 2022 de David (discusión | contribuciones)
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Fecha: Domingo 13 de marzo de 2022.

Ciclo Litúrgico: Ciclo C – 2° Domingo del Tiempo de Cuaresma

Evangelio Según San Lucas (9, 28-36)

En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba,

el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.

De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.

Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:

«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

No sabía lo que decía.

Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.

Y una voz desde la nube decía:

«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».

Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Homilía

El profundo significado del episodio que acabamos de escuchar no es fácil descubrirlo.

En esta búsqueda del significado, hagamos, para comenzar, una relectura del evangelio y en seguida enfoquémonos en algunos momentos claves del episodio.

*Me parece lógico pensar que lo que aconteció en el Monte Tabor, fue una respuesta de Jesús a una crisis por la cual atravesaba el grupo de los discípulos. La crisis tenía que ver con dos cosas: una era que los discípulos constataban que cada vez menos gente se congregaba para escuchar a Jesús. Temían que pronto iban a quedar solos, ellos y Jesús; otra era, mucho más grave aún, que los discípulos cada vez más tenían la sensación que las autoridades estaban decididos a aniquilar a Jesús.

Dos razones de peso para una crisis que hacía que los discípulos se sentían sin ánimo y poco entusiasmados para continuar. No se quitaban la idea que todo se estaba encaminando hacia un rotundo fracaso.

Es entonces cuando Jesús se llevó a Pedro, Juan y Santiago y subió a una montaña parar orar.

*Estando en la montaña, mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y su ropa resplandecía de blancura. Jesús se transfiguró, ante los ojos de aquellos discípulos desanimados. Se presenta anticipadamente como el resucitado, el glorificado.

De esta manera lo deja claro: el camino a seguir no será fácil, pero no pierdan la esperanza, pues, tendrá un desenlace feliz.

*Se asoman y se colocan a la par de Jesús, dos personajes destacados: Moisés, el que sacó al pueblo de la esclavitud de Egipto y Elías el profeta más apreciado por el pueblo de Dios.

El interés de Lucas suele ser situar a Jesús en lo mejor de la tradición judía.

*Los discípulos contemplando a Jesús transfigurado y a los dos personajes a la par se sintieron muy impactados. Dijo Pedro, que bien estar aquí, hagamos tres chozas una para ti, otra para Moisés y otra para Elías (No sabía muy bien lo que decía, dice el evangelio) Quiso, Pedro, perpetuar este momento de éxtasis, digamos de liturgia.

*Al instante se vieron envueltos en una nube. Y escucharon una voz que decía: “Este es mi hijo elegido, escúchenlo”.

* En seguida todo se volvió a la normalidad. Bajaron del Monte junto a Jesús y se reintegraron con ánimo renovado al camino.

Cualquiera se pregunta hasta donde es ese relato historia y hasta donde se debe interpretar todo como catequesis.

A estas alturas es difícil saber cuál ha sido la experiencia exacta de los discípulos que dio origen a este relato del monte Tabor. Más que querer aclarar este asunto, es importante, para nuestra vida cristiana, entender la catequesis que Lucas nos quiere trasladar.

Es una catequesis, sin duda, acerca de Jesús que podemos resumir de esta manera.

1. Jesús es el hijo elegido de Dios.

Esa afirmación del evangelio es producto de un largo proceso que recorrieron. Primero experimentaron a Jesús como amigo y después como un líder, y en seguida como un hombre con ideales muy nobles a los que fue fiel hasta la cruz. Y hasta después de la experiencia de Jesús vivo, resucitado, lo ven como Aquel en quien Dios se nos ha revelado plenamente, el Hijo de Dios.

Nosotros, nosotras debemos respetar también ese proceso. Las últimas afirmaciones nunca pueden ser las primeras. Y a partir del momento en que aceptamos a Jesús como amigo, podemos considerarnos cristianos. Cristianos abiertos a descubrir y aceptar poco a poco, todo el misterio de Jesús.

2. Jesús, el camino a seguir.

Los discípulos están haciendo camino pos de Jesús. Ante lo que sucede (menos gente que se conglomera en torno a Jesús, la decisión de las autoridades de matarlo) se desalientan. Les hace falta fe y esperanza.

La transfiguración muestra que, aunque el camino de Jesús es de cruz y de muerte, habrá un desenlace feliz. Más allá de la cruz estará la resurrección, más allá de la muerte estará la vida.

M. Romero lo expresó con estas palabras: “No nos encaminamos hacia la muerte sino hacia la vida; no nos encaminamos hacia la derrota sino hacia la victoria”. Que M. Romero lo dice me impacta mucho. Son palabras de fe y de esperanza de un hombre que por su entrega al pueblo fue desprestigiado y calumniado una y otra vez y que ya presentía cerca su martirio. Nos anime a que por ninguna razón nos debe faltar la fe y la esperanza.

3. La vida cristiana es liturgia y práctica.

Habrá que unir el ex – abrupto de Pedro (Hagamos tres chozas) y su afán de perpetuar ese momento de éxtasis y lo que evangelio da a entender al final, bajan de la montaña y se reincorporan al camino.

La vida cristiana no es solo liturgia sino y sobre todo práctica. Pero una práctica que se sostiene y se alimenta en aquellos momentos de liturgia

4. Toda crisis es superable.

Cómo lo hemos dicho el episodio es respuesta de Jesús a una crisis por la cual atravesaba el grupo de los discípulos. Sin embargo, al final la frustración cede ante un renovado ánimo.

En estos últimos días hemos tenido una experiencia muy linda. Fuimos convocados, un amplio grupo de sacerdotes, para una doble jornada de estudio, iniciativa de Coopesa.

Entre los diferentes temas muy interesantes, el primero fue acogido con mucho interés y entusiasmo. Se refería a la sinodalidad que el papa Francisco está proponiendo a toda la iglesia, Papa, obispos, sacerdotes, laicos y laicas. Se trata de buscar juntos, de planificar juntos, de entusiasmarnos unos a otros, en la realización de nuestro trabajo pastoral que consiste en promover el anuncio y la práctica del evangelio.

Observé en varios colegas de la diócesis de San Miguel alguna desilusión en cuanto a la ausencia del Obispo, en ese afán compartido por avanzar en el camino de la sinodalidad. Los sacerdotes quieren ver al Obispo junto al clero, animando, proponiendo y promoviendo, caminando todos unidos, haciendo de la sinodalidad una práctica permanente.  Algunos sacerdotes se preguntaron con un poco de humor, sería que el Obispo no conoce la palabra sinodalidad. Después pensaba no debe ser fácil ser Obispo, y a ver cuánta tarea cumple que nosotros ignoramos.

Ojalá el Obispo toma conciencia y rectifica. Toda situación crítica es superable.

Padre Rogelio Ponseele

Referencia