Hoy os ha nacido un Salvador

De CEBES Perquín
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Fecha: Viernes 24 de diciembre de 2021

Ciclo Litúrgico: Ciclo C - Fiesta del nacimiento de Jesús

Evangelio Según San Lucas (2, 1-7)

Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio.

Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad.

También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.

En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño.

De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor.

El ángel les dijo:

«No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»

De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:

«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad»

Homilía

Con no más de siete versículos Lc. nos narra el nacimiento de Jesús, hecho histórico que cambió grandemente el rumbo del mundo.

Dios se hizo en aquel niño de Belén uno de nosotros para definir la ruta a seguir de acuerdo a sus designios.

De manera breve quisiéramos hacer una relectura del evangelio, respondiendo a tres preguntas:

1. ¿En qué país nació Jesús?

2. ¿Por qué aconteció todo en Belén?

3. ¿Como fue el nacimiento de Jesús?

- Lucas hace referencia a un censo ordenado por el emperador de Roma. El censo era un sistema de control que Roma empleaba en sus dominios. Se trataba de hacer un registro de la población que indicaba a la vez las propiedades que cada uno, cada una tenía. A base de este registro, a cada uno, cada una se asignaba un impuesto que en seguida se comenzó a cobrar.

El censo significaba la anexión definitiva de Palestina al Imperio Romano. A partir de este momento los palestinos solo tenían el derecho de usufructo de sus propiedades, es decir, para trabajar y administrarlas, Roma se reservaba el derecho a la propiedad.

Esto, además de ser una expresión de dominación política, económica era para los palestinos una blasfemia. Fuera de Dios, nadie pudo adueñarse permanentemente de los bienes. Esto estaba plasmado en sus leyes. De ahí el pueblo sencillo mantenía desde el inicio de la ocupación una sorda y enconada resistencia contra las tropas y funcionarios ocupantes.

Las clases dirigentes (sacerdotes y teólogos) tampoco estaban de acuerdo con esta situación, no obstante, trataban de calmar al pueblo al que invitaban a resignarse ante esta nueva situación. Con esto no pretendían otra cosa que conservar sus puestos de privilegio y poder, ante las nuevas autoridades extranjeras.

Así estaba el país en el que nace Jesús.

Esto igualmente nos hace entender qué clase de padres debían haber sido María y José. A todas luces, muy vinculados con el pueblo, con él que compartían sus sueños y anhelos.

Jesús muy luego debía haberse dado cuenta que su madre creía en un Dios parcial que derriba de sus tronos a los poderosos y levanta a la gente de condición humilde; que llena de bienes a los que pasan hambre y que despide a los ricos con las manos vacías.

Por su parte, José debía haber sido muy distinto del San José que nos pintan en las estampas, un ancianito con sus barbas blancas y una flor en una mano. José, más bien, debe haber sido un hombre justo, amante de la justicia, de la liberación. Aunque nunca fue un nacionalista violento, si fue un revolucionario en sus ideas y en su manera de vivir. Y es que lo había aprendido en su casa.

-El censo provocó viajes de la población de una región a otra. María y José, respondiendo al censo llegan a Belén que queda a 10 km. al sur de Jerusalén. Este dato le entusiasma a Lucas que en esto ve la ocasión para insistir en la relación entre el rey David, el rey más apreciado por los Israelitas y Jesús. Era de Belén y como pastor cuidaba en los campos de aquella ciudad sus ovejas cuando fue ungido como rey de su pueblo. También el profeta Miqueas había anunciado que de Belén saldría el nuevo rey de Israel, el nuevo David.

Respetando esa relación entre Jesús y David, más que ver a Jesús como rey, me parece mejor verlo como pastor. Jesús mismo se presenta antes que como rey como el buen pastor.

El pastor es aquel que cuida, y que guía, que nos defiende contra toda posible agresión. En Él podemos confiar ...

No hay mejor oración que el salmo 22:

“El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos el me hace reposar.

A las aguas de descanso me conduce, y reconforta mi alma, me conduce por pasos seguros, haciendo honor a su nombre.

Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo con tu vara y tu bastón, y al verlas voy sin miedo.

Las mesas has preparado frente a mis adversarios, con aceites perfumes mi cabeza y rellenas mi copa.

Irán conmigo la dicha y tu favor mientras dure mi vida, mi mansión será la casa de mi Señor, por largos, largos días

- La tradición y en especial las representaciones artísticas nos hicieron ver a Jesús en su nacimiento como un niño que nace misteriosamente en solitario, en el silencio de la noche y alejado de todos; a José y María separados de la demás gente de la caravana y al niño como único, distinto de los demás niños.

Si Jesús nace para todos, es importante, ya desde el comienzo de su vida verlo nacer en medio de todos. De ahí nos parece más de acuerdo con los hechos históricos presentar el nacimiento de Jesús en medio de un campamento, símbolo del mundo y de la historia humana donde él quiso venir a plantar su tienda.

Porque ya no había lugar en las posadas, estaban repletos o los precios muy elevados, es lógico pensar que los paisanos de Galilea para mantenerse unidos improvisaron al aire libre un campamento.

Ahí es donde nació Jesús en medio de la demás gente galilea con la que habían hecho el viaje.

María parió a Jesús. Su niño no apareció misteriosamente sobre las pajas. Nació Jesús como todos nosotros, fruto del esfuerzo y los dolores de su madre. Es totalmente lógico que fuera ayudada por sus paisanas, más expertas que ella en aquel trance.

Al nacer, lo primero era siempre avisar al padre para que la comunidad le felicitara.

No tenemos una idea de la fecha exacta en que nació Jesús. Los primeros cristianos impusieron al mundo el 25 de diciembre para celebrar aquel acontecimiento.

Esta fecha se celebraba la fiesta pagana del sol invencible. En tiempos del emperador Constantino los cristianos ocuparon este día para celebrar el nacimiento, pues veían a Jesús como una luz que les orientaba; su nacimiento significó para ellos el nacimiento de un mundo nuevo.

Actualmente hay mucho para distraerse y ya no ver lo que es la esencia, de lo que celebramos con navidad, Dios que se encarna en nuestra historia. Hay comercio, santa Claus, banquetes, música, bailes, luces etc.

Para San Francisco de Asís, lo más importante era el evangelio y de manera especial el nacimiento de Jesús…

El primer biógrafo del santo escribe lo siguiente:

“La suprema aspiración de Francisco, su más vivo deseo y su más elevado propósito era observar en todo y siempre el santo evangelio y seguir la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y sus pasos, con suma atención, con todo el cuidado, con todo el anhelo de su mente, con todo el fervor de su corazón. En asidua meditación recordaba sus palabras y con agudísima consideración repasaba sus obras. Tenía tan presente en su memoria la humildad de la encarnación que difícilmente quería pensar en otra cosa”.

En medio de tanta distracción no perdamos de vista el pesebre y el nacimiento de Jesús, Dios que nace en medio de nosotros.   

Padre Rogelio Ponseele