Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre
Fecha: Domingo 6 de junio de 2021.
Ciclo Litúrgico: Ciclo B – Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo
Evangelio Según San Marcos (14, 12-16.22-26)
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».
Él envió a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”.
Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí».
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.
Homilía
Este domingo día de la solemnidad del cuerpo y la sangre de Cristo, evidentemente nuestra reflexión debe referirse a la celebración eucarística. ¿Cómo entenderla y cómo vivirla?
Celebrar la eucaristía o la misa es antes que cualquier otra cosa hacer memoria de Jesús. Teniendo muy presente esta definición vamos a señalar y aclarar el verdadero sentido de los principales momentos de la misa, los cuales son: el anuncio y la reflexión de la palabra, la ofrenda del pan y el vino, la consagración, la comunión y la misión.
1. El anuncio y la reflexión de la palabra.
Aunque se lee y se comenta lecturas del viejo y del nuevo testamento, en el centro del anuncio y de la reflexión está Jesús. Esto está en plena concordancia con lo que es la misa: la memoria de Jesús.
Un escrito de un autor anónimo nos ayuda a comprender con palabras sencillas quién ha sido Jesús:
“Nació en una oscura aldea y su madre fue una campesina. Trabajó en un taller de carpintería hasta cumplir los treinta años de edad. Después durante tres años vivió como predicador errante. Nunca escribió un libro, ni tuvo oficina, Jamás tuvo familia ni casa propia. Ni asistió nunca a la universidad, ni se alejó más de 300 km. del lugar donde nació. No hizo ninguna de las cosas que solemos asociar con las personas eminentes. No poseía otras credenciales que su sola persona.”
Tenía apenas 33 años cuando la corriente de la opinión pública se volvió contra él. Sus amigos le abandonaron. Murió clavado en una cruz entre dos ladrones. Fue enterrado en una sepultura que un amigo compadecido obtuvo prestada.
Han transcurrido 20 siglos, y Jesucristo es hoy el personaje central de la raza humana y el guía del progreso de la humanidad. Me quedo muy corto al decir que ni todos los ejércitos que hayan marchado jamás, ni todas las armadas que jamás hayan surcado los mares, todos los parlamentos que se hayan reunido nunca, ni todos los soberanos que jamás hayan reinado; que no todos ellos juntos han obrado tal efecto en la vida del hombre como obró por sí sola, esa solidaria existencia.”
Es este Jesús que a lo largo de la eucaristía debemos tener presente; es este de quien queremos hacer memoria.
2. La ofrenda del pan y el vino.
Nosotros, nosotras ofrecemos el pan, fruto de nuestro trabajo y don de Dios y a la vez ofrecemos el vino, igualmente fruto de nuestro trabajo y don de Dios.
Es el pan y el vino que permitirá que Jesús pudiera hacerse presente entre nosotros.
En esto descubrimos el secreto del plan de Dios. Dios nada hace sin contar con la buena voluntad y la colaboración del ser humano.
Las condiciones están para pasar a la realización del tercer momento.
3. La consagración.
Jesús a través de los signos de pan y vino se hace presente. Y como siempre lo resaltamos, no por arte de magia sino porque hay presencia de una comunidad de fe, amor, y esperanza. Donde hay fe, amor, y esperanza Dios se hace presente.
Este momento es central pues hacemos memoria de Jesús, de su pasión, muerte y resurrección.
Como que Jesús dice: “Así soy yo les doy mi vida entera. Miren este pan es mi cuerpo roto por ustedes; este vino es mi sangre derramada por todos; hagan esto en memoria mía, es decir, recuérdenme así totalmente entregado a ustedes.
La eucaristía en esta tercera parte ya nos va dando un retrato completo de Jesús de quien queremos hacer memoria
4. La comunión.
En este momento, entramos en acción cada uno y cada una de nosotros, que nos acercamos para comulgar. Y comiendo el pan consagrado y bebiendo el vino consagrado nos identificamos con Jesús y nos comprometemos a vivir como él vivió. Hacer la memoria de Jesús no es gratuita, hay un compromiso de por medio.
Así lo dice José Antonio Pagola: “Celebrar la eucaristía es, sobre todo, decir como el, esta vida mía no la quiero guardar exclusivamente para mí. No la quiero acaparar solo para mi propio interés. Quiero pasar por esta tierra reproduciendo en mí algo de lo que él vivió. Sin encerrarme en mi propio egoísmo; contribuyendo desde mi entorno y mi pequeñez a hacer un mundo más humano.”
5. La misión
La misión está ya definida falta que asumirla con toda disponibilidad.
Al final el sacerdote (o diácono) despide al pueblo, en época de pascua con estas lindas palabras: vayan y anuncien la alegría del Señor; podrán ir en paz.
Es el envío oficial. La misa no ha terminado, hay que vivirla.
Lo que entonamos, a veces, como canto final, lo expresa muy bien.
“La misa no termina aquí en la iglesia,
Ahora la empezamos a vivir”
Y Monseñor Romero enfatiza en lo mismo con estas palabras: “Aquellos que hacen consistir la religión solamente en unos cuantos actos de culto pero luego vivir a fuera de estos actos de culto con injusticias, atropellando el derecho de agrupación, de sus obreros que se quieren sindicalizar, no pagando bien a los cortadores, Ah, pero es muy religioso porque va a misa todos los domingos! De nada sirven esos actos de culto divorciados de la vida diaria.”
Padre Rogelio Ponseele