Un hecho inesperado

De CEBES Perquín
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En 1998, Mons. Romeo Tovar Astorga, Obispo de San Miguel desde 1997 hasta 2000, nombró al padre Rogelio Ponseele en la Parroquia Santiago Apóstol de Torola, dejando bajo su pastoreo las comunidades de San Fernando, Perquín y Villa El Rosario. Por iniciativa propia se acercó también a algunas comunidades de la Ciudad Segundo Montes, Copinolar y Quebrachos; y a la comunidad Monseñor Romero o La Planta, en Jocoaitique.

CEBES Morazán se integró a la diócesis de San Miguel y estructuró su trabajo de acuerdo al Plan Pastoral de la Diócesis.

Cita: Padre Rogelio Ponseele. CEBES Perquín. Memoria escrita en diciembre de 2020.
“Me hicieron saber que el Obispo Miguel Ángel Astorga, quería conversar conmigo. Fui, pero con mucho miedo y casi seguro que estaba por concluirse mi estancia acá en el país.

De entrada me dio a entender que yo, acompañando a los guerrilleros, había cometido un error. Se me fue la poca esperanza que había guardado... pero en seguida me tranquilizó diciendo que esto es común entre los seres humanos. Todos estamos propensos a cometer errores, pero también podemos rectificarlos.

Siguió la plática con una actitud bastante positiva. Me daba la impresión que se había preparado. Frente a él, tenía anotados los puntos que iba a tratar.

Me habló, entre otras cosas, de las ideologías. Todos tenemos una ideología, una manera de entender cómo una sociedad debe organizarse y cómo un gobierno debe actuar en bien de la sociedad. Incluso, me aseguró que cuando surgen conflictos entre los obispos no es por asuntos de fe sino más bien, por las diferentes ideologías que uno y otro tiene. Me dijo, yo tengo mi ideología y usted tiene la suya, pero esto no quita que podemos trabajar y caminar juntos.

Había una última pregunta. Preguntó si me había acompañado, pero ya sentí que esta pregunta no era para poner una traba sino para ver como entonces se podría resolver esta situación.

Al respecto le tranquilicé y en seguida me dijo que me esperaba el trece de mayo en la próxima reunión del clero. Entonces fui y me dieron una buena acogida. Tenía ya dieciocho años de estar al margen de toda actividad de la iglesia oficial.

Gracias Monseñor por aquella actitud abierta y por darme la oportunidad de reintegrarme a esa iglesia en la cual nací y crecí y he podido compartir tantas cosas lindas”.