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Cita: Padre Rogelio Ponseele. Memoria escrita en enero de 2021.
“La caja comunitaria de Ahorro y Crédito, inició su funcionalidad un 10 de octubre de 2004 con 17 mujeres. Antes de la primera junta se tuvieron diversas reuniones donde se acordaron algunos criterios. Fue, sin embargo, hasta esta fecha donde se pudo comprar una pequeña acción para convertirse en socia activa. Posteriormente se abrió una cuenta de ahorro en el Banco, para depositar el capital semilla, aporte de ANADES en coordinación con CEBES-Perquín. Con esto ya se podría empezar con las operaciones de crédito a las mismas socias y algunas personas ajenas a la comunidad.

Cabe recalcar que la mayoría de las mujeres que participaban eran de la congregación de madres del municipio de Perquín. Como un objetivo importantísimo de la Caja, se proponía que las mujeres fueran autodidactas, autosuficientes e independientes. Ellas mismas asumieron un rol decisivo en la administración del dinero, responsabilizándose del manejo y control del mismo. Otro objetivo fue el otorgar créditos pequeños ($100.00 en ese entonces) a bajos intereses y sin tanto requisito. Objetivo que hasta la fecha se sigue manteniendo; así también se pensó que las mujeres pudieran comprender y adaptarse a un modelo de ahorro, donde cada una tendría su propia cuenta, con su propio dinero.

El cobro de los intereses servirá, a futuro, para aumentar el capital y valor de la caja. Y como último objetivo pero no menos importante que se descubriera lo que se puede llegar a crear en lazos de amistad, armonía y convivencia entre las y los miembros. A medida pasa el tiempo la Caja Comunitaria de Ahorro y Crédito ha ido aumentando en número de socias. Originalmente estaba pensada en solo tener como miembros a mujeres, pero viendo el crecimiento que se iba logrando, se opta por integrar también a hombres y miembros de la familia (hijos hijas, esposos, hermanas, hermanos).

Actualmente se cuenta con 24 socias y socios activos, entre mujeres, hombres y jóvenes de la comunidad”.
Cita: Carlos. Menonita que acompañó a las Cebes. Relato escrito en febrero de 2021.
“Yo participé en las reuniones mensuales de este grupo. Sus miembros eran agentes pastorales de las comunidades. Las reuniones era el tiempo para pagar sus cuotas, cobrar las cuentas y aprobar préstamos a los integrantes del grupo. Estuve impresionado con la participación y la seriedad con la cual trabajaron. La agenda mensual incluía también una reflexión bíblica, las cuales eran otra manera de formación no solo en el manejo de dinero, pero en el compromiso de ir construyendo comunidad.

Como expresé antes, nuestra experiencia y nuestro tiempo en Torola nos fueron muy enriquecedores. Nos sentimos muy acogidos por el pueblo. Aprendimos mucho de la historia, la cultura y la vida en general. Participamos en los eventos de la memoria histórica, como el de El Mozote. Escuchamos muchas historias personales. Nos divertimos con la música andina tocada por grupos locales y los bailes indígenas. Participamos en las misas de domingo donde nos encontramos semana tras semana con muchos amigos y amigas. Estamos muy agradecidos, no solo por haber vivido en Torola, sino por ser recibidos como integrantes del equipo pastoral, empezando con el Padre Rogelio, Carmen Elena y Ana María, los agentes pastorales y la mucha gente que conocimos en las comunidades. Los llevamos en nuestros corazones. Damos gracias a Dios”.