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'''Fecha:''' Domingo 2 de mayo de 2021.

'''Ciclo Litúrgico:''' Ciclo B – 5° Domingo de Pascua

'''<big>Evangelio Según San Juan (15, 1-8)</big>'''

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.

Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

== Homilía ==
Es acertado decir que Jesús fue un artista, aunque no nos acostumbramos a esto. Los y las artistas tienen el don de la comunicación. Para esto unos se valen de la escultura o de la pintura o de la palabra o del canto o de la música etc. Jesús también fue un experto en comunicación, su fuerte era la palabra.

Pronunciaba discursos muy ordenados, contaba historias, inventaba parábolas, y hacía comparaciones. Todo esto para comunicar la buena nueva. Y dice el evangelio, que la gente lo seguía, en grandes cantidades, para escuchar sus enseñanzas.

En el evangelio de hoy, para transmitir su mensaje, construye una comparación. La imagen de la que hace uso es muy sencilla y muy al alcance de la gente campesina que le rodea.

- Jesús es la vid verdadera, llena de vida.

- Los discípulos y las discípulas son los sarmientos que viven de la savia que les llega de Jesús.

- El Padre es el viñador que cuida personalmente la viña para que dé fruto abundante, a fin de que se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo más humano y feliz para todos.

El mensaje es evidente: si queremos, como cristianos, dar frutos buenos y abundantes tenemos que permanecer unidos a Jesús como los sarmientos para dar frutos buenos y abundantes tienen que permanecer unidos a la vid.

Entre nosotros, nosotras, y a nadie le sorprende oír esto, hay bastante cristianos “de nombre”. Si conviene, así se presentan, como cristianos, y todavía con algún orgullo cuentan que provienen de una familia muy cristiana.

Sin embargo, todo lo cristiano, lo han venido desplazando al margen de su vida cotidiana; en su quehacer diario, lo cristiano significa poco o nada. Se han dejado absorber por un sin fin de otras preocupaciones, sobre todo aquellas que, a su juicio, les podrían traer algún bienestar material.

Son como aquellos sarmientos que se han desligado de la vid.

Otros igualmente han crecido como cristianos, pero por diversas razones, en un momento dado, han puesto conscientemente un punto final, es decir, han roto definitivamente con toda fe cristiana.

Es verdad la fe, a lo largo de la vida, una y otra vez, está siendo cuestionada por lo que sucede en nuestro alrededor y en nuestra vida personal, o por aquellos pensamientos que encontramos y que ponen tras de toda fe, una gran interrogante.

Y esto sucede en la vida de un simple mortal como cada uno y cada una de nosotros, pero también sucede en la vida de autoridades eclesiásticas, grandes teólogos, y excelentes predicadores de la palabra de Dios. También ellos enfrentan cuestionamientos, dudas y grandes interrogantes respecto a la veracidad de su fe.

Según un gran teólogo alemán, Karl Rahner, la fe cristiana hemos heredado y experimentado, en nuestra vida, como valiosísima. Solo podemos abandonarla si hemos encontrado algo que nos permitiría vivir con mayor sentido, mayor profundidad y mayor libertad, o algo que podría hacer nuestra vida más humana. De lo contrario podríamos caer en un vacío que no nos beneficiaría para nada (según el libro titulado “las conversaciones con Ion Sobrino”).

Aquí podemos insistir en la conveniencia de permanecer unidos, como los sarmientos, a la vid. Garantiza una vida libre, con profundidad y llena de sentido.

Y así llegamos a la tercera categoría de cristianos, los y las que permanecen siempre unidos a Jesús, cuya savia, como dice José Antonio Pagola, corre por sus vidas, les aporta alegría, luz, creatividad, coraje para vivir como él vivía.

Si, por el contrario, su savia no fluye en ellos, quedan como sarmientos secos.

La pregunta que se nos impone es ¿cómo podemos permanecer siempre unidos a Jesús, y dar frutos buenos y abundantes? El mismo evangelio responde: debemos esforzarnos para que “sus palabras permanezcan en nosotros”.

En nuestra pastoral, damos bastante importancia a los círculos bíblicos. El evangelio de hoy nos invita a privilegiar aún más este esfuerzo. Quisiera resaltar, de los círculos bíblicos, algunas de sus cualidades.

- Es una reunión que no excluye a nadie; integra a hombres, mujeres, ancianos, ancianas, jóvenes y adolescentes. Es interesante este intercambio de ideas entre diferentes generaciones

- No hay un esquema rígido. Todo lo que tiene que ver con la familia, la comunidad, y la sociedad pueda ser tratado. Esto responde a un deseo de gente de hablar de todo lo que les preocupa. Ofrecerles esta oportunidad es bueno

- Hay un momento en que se escucha, se analiza y se comenta una lectura bíblica; y el mensaje se relaciona con la vida cotidiana. Ciertamente un momento importante que ayuda a leer e interpretar correctamente la lectura del evangelio.

- Y por último estos círculos se reúnen semanalmente. Y este acercamiento frecuente con las páginas del evangelio nos ponen en sintonía con Jesús, nos contagia su amor al mundo, nos va apasionando de su proyecto y va infundiendo en nosotros su espíritu.

Es verdad lo que dice José Antonio Pagola: “la vida de la iglesia se transformaría si los creyentes, los matrimonios cristianos, los presbíteros, las religiosas, los obispos, los educadores, tuviéramos como libro de cabecera los evangelios de Jesús.

'''Padre Rogelio Ponseele'''