''Fui aprendiendo el oficio que me enseñaba mi mamá y me mandaron a trabajar a casa de la maestra, que era una mujer muy buena. Estando con ella me preparé para hacer la primera comunión. Mi papá era bien católico y yo seguí practicando siempre las cosas de Dios. Iba a misa, a los entierros, a las floreadas, y a las novenas de los primeros viernes.''
''Después me acompañé y pude criar a mis hijos con muchas dificultades, pero sobre todo cuando se vino la guerra. Me organicé antes del 80, entonces todo era clandestino, y mis hijos,por los menos los más pequeños no se daban cuenta. Tenía 4'' ''hijos, la mayor era Margarita, que tenía unos doce años, y a ella la dejábamos al cuidado de los pequeños cuando yo tenía que salir con otras mujeres a hacer alguna actividad. Entonces el padre Miguel Ventura nos daba charlas, por medio de la biblia, para que tomáramos conciencia de la realidad en la que vivíamos. Al padre Miguel Ventura lo detuvieron y lo maltrataron, pero la gente se rebeló y fueron a buscarlo. Mi esposo también fue, yo no pude porque me tuve que quedar con los niños, aunque estaba enterada de todo. Lo tenía la guardia, pero la gente consiguió que lo liberaran.''
''Después la situación se puso peor, ya comenzaron a matar gente, muchos desaparecían. Ya no se podía ir al pueblo, a Torola. Nosotros no salíamos de El Tortolico, que era donde vivíamos, y allí hacíamos nuestras actividades. Recuerdo que le aconsejamos a un primo mío que tuviese cuidado, pero él decía que no le iba a pasar nada porque no se metía con nadie. Salió y en Torola lo agarraron, dicen que le iban quitando miembro por miembro.''
''En el año 1989 me volví con uno de los grupos que volvió andando, me vine con los cuatro niños. Margarita se quedó en el refugio con sus hijos. Fue el 18 de Noviembre, llegamos hasta lo que es ahora La Segundo Montes, aquello era puro monte, y no me gustó. Decidí volver de nuevo a El Tortolico, donde habíamos vivido, pero aquello estaba muy solo y acabé viviendo aquí, en La Ceiba, donde sigo viviendo. Pero siempre seguí trabajando en la costura, haciendo ropa para los compas. De mis hijos, dos estudiaron y uno trabaja para el estado y la otra es médica y trabaja en el Mozote. Todos viven aquí, en La Ceiba, vivimos muy cerca unos de otros, menos Margarita que vive en Perquín, así que también'' ''está cerca. Ya tengo hasta biznietos. Yo sigo todavía pensando, como entonces, que los primero es servir a los demás, a pesar de las dificultades que vivimos como pobres, pero siempre sigo dispuesta a poner mi granito de arena. Continuamos con la Congregación de madres y colaborando con la Comunidad. También con CEBES.''
''Creo que a pesar del sufrimiento y el dolor que pasamos en esa guerra se han conseguido muchas cosas, hay menos pobreza y más justicia. A mí me dieron tierra, porque a esta colonia se vinieron unos desmovilizados y yo les molía, así que me tomaron en cuenta, como base social. Después de que me diesen la tierra se hizo un proyecto de viviendas con Ayuda en Acción, y ahora hasta tengo ya la escritura de mi casa. Al principio hicimos una champita, que todavía la tenemos, es una forma de no olvidar nuestras raíces. Ahora la ocupan las gallinas y los patos. Yo la verdad es que, hoy, me siento muy feliz, porque aquí vivo rodeada de mis hijos, mis nietos, y mis biznietos. Puedo decir que yo sigo siendo la misma de siempre. He criado a muchos de mis nietos y biznietos.''<br />==<small>Referencias</small>==