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Cuenta la leyenda que en una población conocida como Izalco, existía un cabildo con una enorme excavación y la distancia se podía aprecia la entrada dos túneles.

Los habitantes narran que en algunas ocasiones extraían tierra para preparar adobes, mientras que descubrían aquella semejante estructura. Mientras tanto, ciertos curiosos ingresaban a los tunes para explorarlos, y no encontraban a donde terminaban.

Pero, con la llegada de una alcalde, quien ordenó que cerrarán el ingreso a los tunes, con el pasar de los tiempos, un conocido poblador a quien nombran Don Julián Sisco, era un indio quien comprendía y habla perfectamente el español, comenzó a relatar la leyenda izalqueña, asegurando la veracidad del cuento de aquel subterráneo y todo comenzó a ser interesante.

-Si señor, en ese lugar el diablo guardó su tesoro, cuando lo extrajo de otro lugar donde estaba enterrado.

-En donde guardaba el tesoro?

-Ah ya, usted ve, eso no lo conoce usted?

-El tesoro estaba en un lugar especial que él mismo elaboró en el cerro.

Con gran entusiasmo e interés, le pide a Don Julián, que le relate la historia.

Cuentan que existían una avariciosa pareja: el marido y su mujer, que sus nombres no se conocen hasta ahora, porque nadie se atrevió a mencionarlos, después de la terrible calamidad que terminó con su existencia y sus tierras. Estos habitaban en una enorme hacienda, justo donde está el Volcán, éstos alquilaban sus tierras a los humildes indígenas, quienes eran sus víctimas continuamente.

Las cosechas creían benditas por el Altísimo, las mazorcas de maíz tenían eran de gran tamaño y hermosas. Pero el afortunado hombre y su mujer, eran de corazón malévolo con la ambición desenfrenada.  Los indios, cada que vez que iban a pagar sus deudas, le cobraban demás, o se quedaban con toda la siembra.

Cuentan los pobladores, que una noche, bajo una tormenta de rayos y centellas, los visitó en su gran hacienda un caballero enmascarado. Portaba anteojos de color negro, y botas elegantes de charol, montaba un bravío corcel.

El hombre encubierto bajo su vestimenta, mostraba una apariencia de persona millonaria, por lo que los patrones lo recibieron con gran atención y gentileza. Pero, como todo, el terror no se hizo esperar, los trabajadores que habitaban cerca de la casa, narraron que todos sintieron un terror al extremo de quedar mudos.

Para colmo, los animales también se comportaron con señales de pánico, los perros cayeron desmayados con las colas entre las piernas al tanto que no paraban de aullar, el ganado que estaba en el potrero se escaparon y corrían despavoridos hacia la montaña, con bramidos increíbles antes no escuchados.

De qué hablaron el misterioso visitante y los patrones?, es posible de algo, interesante y entretenido, bebieron hasta el amanecer, y se comportaron alegres durante la velada. Cuando se acercaba la aurora, el enigmático amigo, salió rumbo a su camino, mientras que le juraba regresar.

Así transcurrieron todas las noches, el misterioso hombre los visitaba desde que caía el ocaso. Entonces, la construcción del cerro, y dejando entrever aquel visitante, acompañada de la avaricia de los dueños de la hacienda, y en toda confianza, hablaron del fantástico y maravilloso tesoro que se encontraba sepultado en el lugar.

El muy astuto hombre misterioso, les dijo quién era él… el mismo demonio, para lo que pactaron que sacarían aquel codiciado tesoro. Para lo que planearon construir un pozo, que sería la tarea del hacendado y su mujer, quienes con su propia fuerza deberían de cavar el lugar señalado. Su fiel amigo, les juro que los visitará durante todas las noches para supervisar el trabajo.

Bueno, estuvieron de acuerdo, y comenzó la labor, luego de pasar tres días el pozo ya contaba con una gran profundidad, sin embargo, el excavador solo se dedicaba a lanzar la tierra en un barril que colgaba para transportarla.

La ambiciosa mujer, lanzaba la cuerda con gran habilidad, era obvio, existía alguien más que les colaboraba!, cada noche llegaba el principal actor del trato, mientras que una noche llegó el momento deseado por los tres ambiciosos malhechores.

Siendo una noche fría, oscura y bajo la sombra del visitante, el barril emergió dentro de la tierra repleto de oro y piedras preciosas, que con una tenue luz de la luna, las piedras destellaban colores inimaginables.

El gozo y ambición de los miserables, se podían escuchar dentro del pozo gritos de alegría, del cavador,  mientras que exclamaba: hay más, hay más, gritaba fervorosos y ansioso, y su mujer fuera del pozo también eufórico gritaba sin parar embriagada de la emoción.

Pero el demonio, igual pregunto, hay más?, quien se apareció justo en el momento soltando una feroz carcajada y agarro a la mujer por los cabellos y la arrojó dentro del pozo.

Esa misma noche,  aquel hombre misterioso el mismo demonio, cargo con el tesoro y lo guardó en el lugar conocido por él.

Por supuesto, que lo sucedido corrió en comentarios por todo el pueblo, llegando a oídos del sacerdote de la parroquia, se dirigió a la hacienda junto a muchas personas, con la intención de exorcizar el lugar condenado.

Sin embargo, con los actos de exorcismos, todo fue peor, cuando el religioso esparcía agua bendita por todo el espacio, ocurrió una situación increíble, de la entrada del pozo salían voces que paralizaban el cuerpo de susto. Se trataba de los lamentos de los condenados… Dios nos ampare y favorezca, todos los presentes se santiguaban.

Al presenciar las oraciones del sacerdote y de todos sus acompañantes, de las entrañas de pozo infernal empezó a brotar humo y llamaradas de fuego.

Curiosamente, era el vómito caliente de teshcal que estaba almacenado durante mucho tiempo, mientras que los amigos del demonio, por su condición de avariciosos y ladrones, abrieron abrieron y cavaron en su propia hacienda la puerta del infierno. Los indios cuentan, que la puerta del infierno es el mismo volcán de Izalco.


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