7764 bytes añadidos
, 17:46 14 mar 2022
Fecha: Domingo 14 de noviembre de 2021.
Ciclo Litúrgico: Ciclo B – 33° Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio Según San Marcos (13, 24-32)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».
== Homilía ==
Los cristianos, de aquellos primeros siglos, atravesaron una situación difícil. Fueron víctimas de una ola de persecución injusta y cruel.
En esta situación pusieron su esperanza en la pronta venida de Jesús.
El pondrá fin a tanto sufrimiento. Sin embargo, pasaron los días, los años y no llegó ese día final, tan esperado. ¿Cuándo podrán ver el rostro de Jesús y podrán comprobar la veracidad de sus enseñanzas?
En respuesta a esas inquietudes de los cristianos Marcos, al concluir su evangelio expone algo acerca de ese día final, haciendo uso de imágenes apocalípticas muy apreciadas en aquel tiempo y de algunas frases auténticas de Jesús.
Este pasaje bíblico que se refiere al día final no permite una interpretación literal, se trata más bien de esforzarnos por descubrir los mensajes que nos quieren transmitir. Son al menos cinco.
1. Este mundo que parece tan seguro, estable y eterno se hundirá.
“El sol se hará tinieblas. La luna no dará su resplandor. Las estrellas se irán cayendo, una detrás de otra. Las fuerzas de los cielos temblarán”
Nada es eterno. Ni el mundo, ni el cosmos, ni la vida humana. Es en vano creer y hacer creer que la vida es un continuo progreso sin fin. Mejor es vivir con ese limitante. Todo comienza y todo termina. Esto nos permite vivir con realismo, conscientes de lo que es posible hacer y de lo que no es posible hacer La utopía es buena, pues nos indica hacia donde debemos orientar nuestros esfuerzos, aunque, a la vez, debemos estar conscientes de que no estará a nuestro alcance realizarla a plenitud.
2. El final no se debe entender en términos de destrucción sino más bien como un nuevo comienzo.
“Vendrá el Hijo del hombre, el hombre nuevo, el verdaderamente humano. El sol, la luna, los astros se apagarán, pero persistirá la luz. Será Jesús que todo lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia, y paz en la historia humana, tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras“
Esto no contradice lo anterior. El fin es real e inevitable. Sin embargo, más allá del fin llegará, algún día, la vida definitiva, sin espacio, ni tiempo. Viviremos en el misterio de Dios.
En esta convicción se fundamenta la esperanza que, como decimos, nunca muere.
3. Tampoco se debe entender el final en términos de juicio y condena.
“El hijo del hombre enviará sus ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo”.
Es ciertamente un detalle alentador. Marcos evita hablar de juicio y de condena. Prefiere hablar de un Jesús que envía a sus ángeles para reunir a sus elegidos, de todos los rincones del universo.
Los que hayan intentado vivir a ejemplo de Jesús serán aquellos y aquellas que disfrutarán de los deleites de ese nuevo cielo y nueva tierra.
O como lo dice José Antonio Pagola: “Al final está Dios. No cualquier Dios, sino el Dios revelado en Jesús. Un Dios que quiere la vida, la dignidad, y la dicha plena del ser humano. Todo queda en sus manos. El tiene la última palabra. Un día cesarán los llantos y el terror y reinará la paz y el amor”.
4. Las palabras de Jesús que nos animan, nos motivan y nos orientan no acabarán nunca siempre seguirán vigentes.
Marcos pone en boca de Jesús: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”
Las palabras de Jesús y estas palabras que hoy hemos escuchado en el evangelio son palabras que infunden una esperanza que trasciende la existencia humana
M. Romero supo alentar la esperanza a su pueblo aún en los momentos más difíciles, apelando a una redención trascendente.
En una de sus homilías dice:
“Como nos va a llenar de esperanza, hermanos, cuando miramos que nuestras fuerzas humanas ya no pueden; cuando miramos a la patria como un callejón sin salida, cuando decimos aquí la política, la diplomacia no pueden. Aquí todo es un destrozo, un desastre y negarlo es ser loco. ¡Es necesario una salvación trascendente! Sobre estas ruinas brillará la gloria del Señor. De aquí que los cristianos tienen una gran misión en esta hora de la patria: mantener esa esperanza; no estar esperando una utopía como algo ilusorio, como que nos adormezcamos para no ver la realidad, sino al contrario, mirando esa realidad que de sí no puede dar nada, creer que sí puede dar mucho, pero si apelamos a esa redención trascendente”.
Que las palabras de Jesús las meditemos a menudo, y que sean la base de nuestra práctica y esperanza
5. Marcos no puede menos que también referirse a la ansia del pueblo cristiano por ver ese día final.
A juicio de Marcos, hay que, de esperarlo, ese día final, sin querer ponerle una fecha concreta.
“Dice: “El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, solo el Padre”.
Aquí apela el evangelio a nuestra paciencia, que no se puede confundir con pasividad. Hay que trabajar y luchar con la firme esperanza de que un día Dios creará ese cielo nuevo y esa tierra nueva. La vida presente hay que verla en “estado de gestación o como germen de una vida que alcanzará su plenitud final en Dios.
Esta vida tan cruel y tan injusta pasará. ¡Las palabras de Jesús no!
Y al concluir, dejándonos inspirar por el mensaje del evangelio y el pensamiento de José Antonio Pagola ¿qué podemos decir respecto a la crisis ecológica que más que cualquier otro tema le está preocupando al hombre y la mujer de hoy?
En este ámbito, sin duda alguna, nos toca definir un cambio de rumbo. ¿Cómo debemos los seres humanos colocarnos en medio del universo y cómo debemos relacionarnos con nuestro entorno global?
A continuación, tres preguntas que debemos hacernos una y otra vez.
¿Qué es el mundo? ¿Una realidad puesta enteramente al servicio del ser humano que, en función de sus propios intereses, lo puede explotar a su antojo o nuestra casa que el Creador nos ha regalado para hacerla cada vez más habitable para todos?
¿Qué es el cosmos? ¿Un material bruto llamado a ser víctima de nuestra manipulación interesada o la creación de un Dios que mediante su espíritu lo vivifica todo y conduce los cielos y la tierra hacia su consumación definitiva?
¿Qué es el hombre? ¿Un ser perdido en el cosmos, luchando desesperadamente contra la naturaleza, pero destinado a extinguirse sin remedio o un ser llamado por Dios a vivir en paz con la creación, colaborando en la orientación inteligente de la vida hacia su plenitud en el Creador?
Sepamos ubicarnos en toda esta problemática y contribuir a que todo pueda hacerse de acuerdo al plan de Dios.
'''Padre Rogelio Ponseele'''