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'''<big>Voces del Tiempo</big>'''
===<small>'''Evelio Sorto (1940</small>).==='''[[Archivo:Evelio.png|286x286px|alt=|borde|derecha|sinmarco]]
Mi padre se llamaba Humberto Sorto, nació en Honduras en el año de 1897. Era originario de Santa Rosa de Copán. A él se le atribuye el impulso del cultivo del café aquí en el munic­ipio de Perquín, junto a una familia de apelli­do Trejos del pueblo vecino de San Fernando.
Algunas de las creencias generalizadas en ese tiempo era que cuando había tormen­ta o alguna tempestad fuerte, las señoras acostumbraban hacer una cruz de ceniza frente a la piedra donde se molía el maíz; esto se hacía para evitar que ocurriera una desgracia. Según la gente con esa acción se detenían las grandes tormentas huracan­adas. Nunca me dio por preguntarles que significaban aquellos símbolos, que ahora en día ya nadie hace todo eso.
===<small>'''Fabio Argueta (1935).</small>''' ===[[Archivo:Fabio.png|249x249px|alt=|borde|derecha|sinmarco]]
A mi contaron que había un señor en este pueblo llamado Juan Benítez, tenía una hija muy hermosa; de la cual el duende se había enamora­do. El duende era un hombrecito muy pequeño, travieso, astuto y de una agilidad increíble. El señor muy preocupado por esta situación decidió ir a buscar al cura en su ayuda, pero resultó que ni el cura, mucho menos otra persona podía de­tener o evitar que el duende visitara a la mucha­cha. La situación era que el mismo duende era un gran rezador y con eso evitaba que le prohibieran visitar y cortejar a la muchacha hermosa.
Yo recuerdo que esto me contaban cuando yo estaba muy pequeño, pero bien recuerdo para una semana santa, como eso de las 6 de la tarde allá por la cueva, junto al rio Las Marías, y muy cerquita también de aquel cuarto de la muchacha; que se oyó una gran “tamborealera”, un sonar de los tambores. Yo no vi nada pero si lo oí bien clarito, probablemente era el duende buscando a su enamorada.
===<small>'''Victoria Fernández (1941).</small>==='''[[Archivo:Victoria.png|223x223px|alt=|borde|derecha|sinmarco]]
De niñas nosotras íbamos a la escuela, la cual estaba ubicada en lo que hoy es PADECOMSM. La mayor parte de los niños usaban sombrerito y a la entrada de la escuela se dejaba la filita de sombreros. Luego, cuando salíamos, cada uno lo recogía y colocaba nuevamente en su cabeza. En ese tiempo aquí en Perquín había pocas casas, a los buses les decíamos camionetas y no habían gentes con dinero, solo habíamos gentes pobrecitas.