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<div class="mp-frame-header" style="background-color: #9C9C9C979A9A; color:#fff;">Cita: Cristino Rodríguez. Comunidad de Arenales. Perquín. Relatado en La Trilla. 29 de junio de 2018.<br /></div>
<div class="mp-frame-body"><div style="color:#000; font-weight:; text-align:;">''“Perquín estuvo dividido entre los mismos católicos. En ese en- tonces, había que andar peleando para entrar a la iglesia. Recuerdo que una vez le dije al Padre Rogelio que mejor se pensara en construir otro templo y él me dijo: que ¡no!, las celebraciones hasta debajo de un árbol las podemos hacer. Eso llama la atención, la sencillez de las bases, de las comunidades, porque para otros lo más importante era tener adornada las bancas si es posible con oro, eso creían ellos que era lo mejor. Pero este grupo que ven´ıa de la guerra realizó un máximo esfuerzo por superar las divisiones de la Iglesia”.''</div>
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<div class="mp-frame-header" style="background-color: #9C9C9C979A9A;">Cita: Padre Esteban Velásquez. Memoria escrita en diciembre de 2020.<br /></div>
<div class="mp-frame-body"><div style="color:#000; font-weight:; text-align:;">''“El primer intento lógicamente fue con Monseñor Álvarez, obispo de la Diócesis de San Miguel de la que dependía Morazán. Le escribimos proponiéndole varias fórmulas canónicas posibles para la legalización eclesiástica de nuestro trabajo, desde párrocos de las parroquias allí existentes hasta crear en la zona de guerra una administración apostólica dependiente directamente de un administrador nombrado por Roma, pasando por ser vicarios parroquiales de otras parroquias de fuera de la zona de guerra. Le pedimos también hablar todo esto personalmente, viéndonos, en alguna de las formas que eran posible, a pesar de la guerra, si él apoyaba la idea de vernos. Para trabajar legalmente en la Dio´cesis no se comprometió nada, ni nunca dijo más en el futuro.''<br/>