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Su rostro resplandecía como el sol.

Revisión del 03:45 19 abr 2023 de David (discusión | contribuciones) (Creación de página)
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Fecha: 5 – 03 – 2023.

Ciclo litúrgico: Ciclo A - 2º Domingo de Cuaresma.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (17, 1-9).

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.

Pedro dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo.

Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: Levántense, no tengan miedo.

Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Homilía

Lo que sucede en al monte Tabor, se sitúa en medio de una crisis. A juicio de los discípulos, por lo que perciben, todo se encamina hacia un fracaso.

Por un lado, cada vez menos gente se asoma y se entusiasma alrededor de las prédicas de Jesús. Jesús mismo lo observa y dirigiéndose a los mismos discípulos les pregunta: “Ustedes también quieren marcharse?"

Y por otro lado todo parece que las autoridades ya han decidido liquidarse a Jesús, pues lo ven como un estorbo para sus planes particulares. Esto les preocupa de sobremanera a los discípulos, porque si matan a Jesús, ¿ qué camino a seguir les queda a ellos?

Es entonces, cuando Jesús se lleva consigo al monte Tabor, a Pedro, Santiago y Juan, los discípulos más destacados.

Estando ya en el monte Tabor, Jesús, delante de sus discípulos se transfigura. “Su rostro resplandece como el sol y sus vestidos se vuelven blancos como la luz. Se entiende que Jesús ha querido presentarse  anticipadamente como el resucitado. Deja claro, ante los discípulos envueltos en una profunda crisis, que el final no será como ellos se imaginan, un fracaso, más bien será una victoria: más allá de la cruz estará la resurrección; más allá de la muerte, estará la vida.

M. Romero lo tradujo, en aquellos tiempos sumamente difíciles, de esta manera:

Decía, alentando al pueblo: “No nos encaminamos a la muerte sino a la vida; no nos encaminamos hacia la derrota sino hacia la victoria!!!

En torno a Jesús Transfigurado se reúnen dos personajes importantes del Antiguo Testamento Moisés y Elías. Con esto el evangelista pretende ubicar a Jesús en lo mejor de la tradición profética judía.

Pedro  estaba muy impactado. Vive el momento de la transfiguración como éxtasis o como una liturgia extrema y no piensa en otra cosa sino en perpetuar este momento. Tomó la palabra y dijo a Jesús: “Señor, qué hermoso es estar aquí, si quieres, haré tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Sucede que cristianos se dejan atrapar por la liturgia. Su vida cristiana no es más que un conjunto de momentos litúrgicos y se olvidan de que la práctica diaria del amor en el hogar, en la comunidad y junto al pueblo es lo decisivo. Y sin este complemento la liturgia pierde su razón de ser.

En esa misma línea habla José María Castillo de dos grupos de cristianos: los espirituales y los sociales. Los espirituales se esfuerzan por cultivar una relación cercana e íntima con Jesús y se preocupan muy poco por transformar la realidad social; y, en cambio, los sociales se esfuerzan por cambiar la realidad social pero poco se preocupan por cultivar una relación cercana e íntima con Jesús.

Concluye su reflexión con  estas palabras:

“Quede claro un  asunto, el proyecto de Jesús es inseparable de la persona de Jesús. Esto es cierto hasta tal punto que no se puede entender el proyecto  ni vivir el proyecto (el reino de Dios) ,si no se vive la vinculación con la persona.

Y, a la inversa, pretender la vinculación con Jesús, todo lo fervorosa que se quiera, sin tener muy claro y luchar muy firmemente por su causa que es el reino, no pasa de ser una ilusión engañosa, en la que muchas personas de buena voluntad se pasan la vida, quizás derrochando generosidad, pero también seguramente perdiendo el tiempo.”

Retomando el hilo del relato: Dios interrumpe las palabras de Pedro.

Dice el evangelio: “todavía estaba hablando cuando una nube Luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: este es mi hijo, el amado, escúchale.

Es el momento culminante del relato. Dios se hace presente para revelarnos hasta qué punto, en Jesús, se cumple, todo lo anunciado en los antiguos escritos

Él es aquel a quien debemos escuchar, acoger su palabra, dejar que esta palabra nos transforme, y nos haga seguidores de él, el Hijo y el predilecto de Dios, nuestro guia.

Ante la solemnidad del momento, los discípulos caen por los suelos, llenos de espanto.

Es el mismo Jesús que los libera de sus miedos. Se acercó a ellos como solo él sabía hacerlo. Los tocó como tocaba a los enfermos y les dijo: Levántense y no tengan miedo.

Juntos van bajando del monte.  Ahí abajo se amontonan las casitas  con gente pobre que espera, cambio, renovación, transfiguración.

No cabe duda que los discípulos, pese a que Jesús les había dicho de no comentar nada de lo que había sucedido en el monte Tabor, seguro que lo han compartido con los demás discípulos y todos, con renovado ánimo asumieron de nuevo su compromiso.

Un tal Jesús, concluye su reflexión acerca del suceso del monte Tabor con un enfoque fundamental:

Dice, “lo que anunció Jesús no fue nunca “su” gloria “su poder¨ “su transfiguración”. La buena noticia que Él nos trajo no es una barata reivindicación de su grandeza, como una superestrella, que buscara con gestos maravillosos dejar deslumbrado  a un público  atónito. La buena noticia que él proclamó y por la que dio la vida, fue la transfiguración del mundo. Un mundo nuevo donde el mensaje de justicia de los profetas fuera realidad. Lo que Él anuncia es la transfiguración de la historia, que a veces nos puede parecer carente de sentido, absurda, regada de demasiada sangre, es una historia que Dios guía hacia la consumación final. Una historia que las manos del Dios de las montañas rescatarán algún día. Una historia que será transfigurada.”

Padre Rogelio Ponseele

Referencias