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La pastoral adquiere mayor presencia

Revisión del 01:49 11 ago 2021 de David (discusión | contribuciones)
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1982: En este año Miguel Ventura vuelve a Morazán, quiso estar con la gente que él había formado. El reencuentro fue emocionante.

Con la presencia de él, se pudo establecer un equipo para trabajar en toda la zona e impulsar una pastoral sistemática. Se definió diferentes esfuerzos: celebraciones de la palabra o misas, catequesis, grupos de reflexión, atención a las personas víctimas de la represión y apoyo a los proyectos colectivos. Otras tareas más puntuales eran: visitas a las personas heridas, funerales, participación en las transmisiones de la Radio Venceremos. Entre tanto la zona norte se había vuelto más estable, lo cual permitió un trabajo más planificado.

Cita: Hermógenes Véliz: Conocido por Porfirio. Entrevista realizada en su casa. Agua Zarca. Torola. 2018
“Tenía una biblia y empecé a leerla y encontré el libro del Éxodo y me acuerdo que me ponía a imaginar: El Salvador es un pueblo... Somos pobres, somos marginados y somos explotados y mi preocupación era, ¿qué vamos a hacer? Había que romper esquemas, es decir, no era fácil hablar de pastoral con el fusil puesto, dejar la familia, pero no imaginaba lo bonito que era compartir; pensé que la biblia era solo para mi reflexión personal”.
Cita : Juan Carlos Hernández. Memoria escrita en diciembre de 2020
“Siendo parte del equipo pastoral de Morazán, nos encontrábamos cada mes cuando no había operativo militar en la zona, coordinábamos el trabajo pastoral, discutíamos materiales y temáticas con los que alimentábamos los diferentes esfuerzos que impulso´ este equipo. Fruto de estas reflexiones fue la creación del movimiento cristiano por la paz y una campaña desarrollada por las mujeres de las congregaciones de madres que consiguieron entrar alimentos a los frentes de guerra cuando el estado mayor del Ejército del gobierno había diseñado matarnos de hambre.

Yo asumí la responsabilidad de coordinar el trabajo que desarrollamos como CEBES en los cantones de Estancia y Calavera, fronterizos a Cacaopera y Corinto. Ahí atendíamos la celebración de la palabra, la formación de los equipos pastorales que dinamizaban el movimiento de madres cristianas, grupos de reflexión bíblica con las personas de las comunidades.

También nos pidieron desde la dirección guerrillera ser parte de los equipos de conducción de los campamentos, donde discutíamos la realidad política y militar de la zona, además de la situación de los compañeros y compañeras militantes que trabajaban y se movían en la zona.

Enseñábamos los cantos de las celebraciones para mantener un ambiente animado en estos espacios de alimentar la espiritualidad de la población de estos lugares.

Alimentamos con cartas y reflexiones escritas todo el trabajo que las CEBES desarrollaban en apoyo de la lucha y del esfuerzo de las comunidades en la zona norte de Morazán.

Recogimos el incumplimiento a los Derechos Humanos cometidos por el ejército cuando entraban en sus operativos matando y destruyendo todo lo que encontraban a su paso”.