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MONOGRAFIA DE PERQUÍN

El municipio de Perquín, se encuentra ubicado en el norte del departamento de Morazán, a 207 kilómetros de la ciudad capital, San Salvador. Se realizan dos fiestas patronales en el pueblo, la del 22 de enero dedicada a San Sebastián y el 15 de agosto a la Virgen de la Concepción.

ORÍGENES Y ETIMOLOGÍA

El pueblo de Perquín fue fundado por tribus lencas, con mucha anterioridad a la instauración de la civilización europea en estas latitudes. Su nombre vernáculo, constituido de raíces del idioma botón, significa "en el camino de las brasas", ya que proviene de per, perper, brasa, carbón, y quín, camino. También puede traducirse este toponímico por "pueblo de las brasas", de per, perper, brasa, carbón y quín, apócope de ayquín, pueblo, caserío, lugar habitado. Aseverase que el cacique de Perquín ostentaba el título de masule y que esta población juntamente con Arambala, tuvo como asiento orignal un paraje situado en las montañas de Las Sabanetas, en la sierra de Nahuaterrique, cerca de la frontera con Honduras; y que, posteriormente, ambos pueblos precortesianos se trasladararon al sitio denominado "El Barreal", hoy Pueblo Viejo, a 7 kilómetros al Noroeste de la actual Arambala.


HISTORIA COLONIAL

Perquín tenía una población que oscilaba alrededor de 400 habitantes. En 1740 el número de sus indios tributarios o jefes de familia era de 8, lo que arroja una población total de unos 40 individuos, según datos del alcalde mayor de San Salvador don Manuel de Gálvez Corral. En 1770, según el arzobispo don Pedro Cortés y Larraz, los “Pueblos de Perquín y Arambala jun­tos” estaban situados “a 8 leguas” de Ozicala, cabecera del curato de su mismo nombre, al que aquellos pertenecían en lo eclesiástico. En este año, en Perquín habitan 63 personas distribuidas en 7 familias. Ingresó en 1786 en el partido de Gotera; y en 1807, según el corregidor inten­dente don Antonio Gutiérrez y Ulloa, Perquín era “Pueblo de solo Indios”, agregando que “este con Arambala es uno solo”, es decir, un pueblo solo, con 169 indios de población.

SUCESOS POSTERIORES

Por ley del 17 de marzo de 1836, el pueblo de Perquín entró a formar parte del distrito de Ozi­cala. Perteneció al departamento de San Miguel de 1824 (12 de junio) a 1875 (14de julio) y desde esta fecha es municipio del departamento de Morazán (antes de Gotera). A partir del 10 de febrero de 1883 formó parte del distrito de El Rosario. En 1890 tenía 800 habitantes. Desde el 9 de marzo de 1896 es pueblo del distrito de Jocoaitique. Por Ley del 4 de mayo de 1914, se fijaron los límites jurisdiccionales entre este pueblo y el de Arambala, pero por Ley del 3 de julio de 1916, se derogó todo lo dispuesto sobre la materia.
(Tomado de los Datos monográficos Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL).

VOCES DEL TIEMPO

Evelio Sorto (1940).

Mi padre se llamaba Humberto Sorto, nació en Honduras en el año de 1897. Era originario de Santa Rosa de Copán. A él se le atribuye el impulso del cultivo del café aquí en el munic­ipio de Perquín, junto a una familia de apelli­do Trejos del pueblo vecino de San Fernando.

En el bolsón de Sabanetas era donde mi pa­dre tenía la mayor parte de las propiedades; tierras que fueron heredadas de mi abuelo. En esos tiempos - igual que ahora - la alimentación de estos lugares era a base de maíz y frijoles. Ocasionalmente también se consumía otro tipo de alimentos como la carne de cerdo y otros derivados como los chicharrones, la chanfaina y la moronga. A esta última en su proceso de cocción se le agregaba yerba buena, lo que le daba un sabor bien rico, apetecible y digerible. “¿Ustedes no la han probado? Es bien rica. En Honduras a la moronga, que tiene la for­ma de un chorizo grande, le dicen morcina”.

Otro alimento bastante tradicional era “la pelleja con frijoles”. Este platillo consistía en agregarle piel de cerdo a la sopa de frijoles, el cual le daba un sabor especial al caldo.

Era tan rica que no importaba que a veces la pelleja venía hasta con pelos, pues no la rasura­ban bien cuando destazaban el animal. A veces cuando se destazaba una res, para conservar la carne, después de cortarla en forma de tiras; se le agregaba sal, luego se exponía al sol o se ahum­aba, cuyo sabor resultante era muy sabroso.

En esa época los campesinos cuando trabajaban la tierra; habían dos productos que no les hacia falta; un calabazo con agua y un pedazo de dulce de panela. El consumo de dulce de panela se constituía en un energizante importante para su organismo. Esto también se llevaba junto a las tortillas cuando se viajaba a grandes distancias.

Muchas familias por su pobreza o en tiempos de crisis alimentaria; como en el año de 1948 cuan­do los cultivos fueron invadidos por una plaga de langostas, aprendíamos a comer de todo por la misma escasez; hacíamos por ejemplo tortillas de guineo revueltas con maíz. Y cuando ya no había nada y la escasez se agudizaba, entonces salía­mos hasta por tres días de viaje en bestia hasta Santiago de la Paz, Honduras, con la intención de buscar una planta llamada “Casco de burro”, la cual cocía y luego se molía para comerlo.

“En esa época era de mucha importancia el respeto a las demás personas, pero sobre todo a los adultos mayores”

También buscábamos “malanga o papa cuba-na” y la cepa del guineo, las cuales se revolvía con maíz, en donde a las tortillas les daba un sabor especial y sabroso.

En cuanto a la vida cotidiana y la naturaleza del pueblo, la plaza de Perquín; o lo que hoy es el centro, era un solo engramado, había muchos árboles y en el centro estaba la Cruz de Piedra, la cual era llamada La Cruz del Perdón. En el pueblo había para ese entonces un aproximado de treinta casas con muy poca gente. Pero en tiempos de cortas de café, en el pueblito se miraba más personas; pero cuando finalizaba la recolección de la cosecha se regresaban para la zona alta de Sabanetas; ya en su mayoría venia de la zona alta. Por cierto, por esos tiempos comenzaron a verse los primeros aviones que pasaban por el cielo.

En cuanto a las tradiciones culturales y las di-versiones de la población puedo mencionar las fiestas patronales de El Zancudo. Era la fiesta más famosa de la época.

Tres días de fiestas; llegaban gentes de todos lados de San Francisco Gotera, San Miguel y de las comunidades vecinas de Honduras, pues con todos esos pueblitos transfronterizos había una relación permanente. Los pobladores construían ramadas de abundantes hojas, con el propósito que los visitantes des-cansaran; así que ahí nos quedábamos mien-tras duraban los festejos; eso era una especie de hotel comunitario.

En esas fiestas se vendía de todo, maíz, sal, vino de marañón y muchas otras cosas más. Fíjense que había un detalle algunas “mujeres de la vida alegre” en esas fiestas se echaban sus tragos y compartían con los hombres y al rato imagínese usted todo lo que pasaba. Los bailes de esas fiestas eran amenizados por bandas musicales que llegaban de varios lug­ares, por ejemplo, la de San Isidro, que era muy buena; dado que aquí en Perquín no había grupos artísticos, pero si habían gentes que tocaban la guitarra o el requinto como Julián Nolasco, Adán Vigil y otros que no recuerdo ahorita.

En cuanto a los valores de la familia, en esa época era de mucha importancia el respeto a las demás personas, pero sobre todo a los adultos mayores. Esto también se veía refle­jado y con mayor énfasis en tiempos de la Semana Santa, cuando cada las personas no podían correr, jugar. En realidad, no se podía hacer nada, ni trabajar: El machete no se toca­ba para nada. Con relación a los casamientos era muy bonito, los muchachos se casaban con el consentimiento de los padres; ya que el novio tenía que cumplir con el ritual de ir a pedir a la novia a casa de sus padres. Como parte del ritual el novio debía llevar un tercio de leña y dejarlo tirado en el patio de la casa de la novia. Una vez finalizado la entrevista, el novio debía retirarse y debía esperar durante el transcurso de los siguientes días si la leña era quemada en la cocina de la suegra. Si esto sucedía; la respuesta era positiva y debía re­gresar para que le fijaran la fecha de la boda.

Algunas de las creencias generalizadas en ese tiempo era que cuando había tormen­ta o alguna tempestad fuerte, las señoras acostumbraban hacer una cruz de ceniza frente a la piedra donde se molía el maíz; esto se hacía para evitar que ocurriera una desgracia. Según la gente con esa acción se detenían las grandes tormentas huracan­adas. Nunca me dio por preguntarles que significaban aquellos símbolos, que ahora en día ya nadie hace todo eso.

Había otro estado mental de las personas que consideraban la creencia que a un árbol conocido como “El Palo Brujo” se le debía pedir permiso para cortarle una rama; ya que en caso contrario al responsable de tal atre­vimiento se le llenaba la mano de ronchas. Con estas palabras más o menos había que pedirle su autorización al árbol: “Con permi­so compadre, que le voy a cortar una rama”. En realidad, esto era cierto ya que tuve la oportunidad de ver estos detalles, probable­mente el árbol tenía algún tipo de bacteria o a saber, pero sí realmente sucedía.


Fabio Argueta (1935). 

A mi contaron que había un señor en este pueblo llamado Juan Benítez, tenía una hija muy hermosa; de la cual el duende se había enamora­do. El duende era un hombrecito muy pequeño, travieso, astuto y de una agilidad increíble. El señor muy preocupado por esta situación decidió ir a buscar al cura en su ayuda, pero resultó que ni el cura, mucho menos otra persona podía de­tener o evitar que el duende visitara a la mucha­cha. La situación era que el mismo duende era un gran rezador y con eso evitaba que le prohibieran visitar y cortejar a la muchacha hermosa.

El padre aun preocupado decidió buscar al mejor galán del pueblo, para hacerlo novio de la joven mujer, esto con la intención que el duende se alejara de su hija; ya que existía la creencia que para retirar al duende, la muchacha tenía que casarse, aunque el muchacho corriera peligro. Un día que la muchacha andaba por la quebrada de Perquín, lavando el maíz para luego hacer las tortillas, aquel hombre galán, bajó a la quebrada a cuidar su prometida de aquel duende enam­orado. Estuvo con ella toda la tarde platicando y platicando y regresaron a la casa de la novia ya pasada la oración; cuando la noche se confunde con el día.

El muchacho, un poquito más tarde cuando sintió sueño, se despidió de su novia y se regresó a su casa; pero en el camino le salió el duende y le dio una gran “penquiada” con una vara de “filtarolo”. Nadie vio al duende, porque a veces se hace invisible; pero de prueba el duende dejó la vara con la que castigó al muchacho. Dicen que después de eso el muchacho pasó como tres días con una gran calentura y no quedó convidado a buscar a la muchacha. Dicen que el duende es muy celoso, eso dicen.

Ya cansado y resignado el padre de la muchacha, mejor decidió construirle un cuarto privado para que viviera sola y que el duende la acompañara por las noches y durmiera con ella. Un día la muchacha desapareció para nunca más volver al pueblo; pero algunas gentes cuentan que ella apareció en San Salvador, tiempo después.

Ese duende a veces se aparecía en forma de per­sona y me contaban que no solo se les aparecía a las muchachas bonitas y vírgenes; si no que también algunos hombres de este pueblo de Per­quín; a los cuales les dio muchas riquezas, y por eso es que tenían grandes propiedades.

“Yo también estoy aquí y mi hermanito está al otro lado del río”

La señal que él enviaba para que estos hom­bres lo reconocieran y encontrarse con ellos era: “Yo también estoy aquí y mi hermanito está al otro lado del río”. Eran las voces del duende. A veces también enviaba a la duenda a esos encuentros con los hombres, a los que gustaba abrazar junto a la quebrada.

Yo recuerdo que esto me contaban cuando yo estaba muy pequeño, pero bien recuerdo para una semana santa, como eso de las 6 de la tarde allá por la cueva, junto al rio Las Marías, y muy cerquita también de aquel cuarto de la muchacha; que se oyó una gran “tamborealera”, un sonar de los tambores. Yo no vi nada pero si lo oí bien clarito, probablemente era el duende buscando a su enamorada.


Victoria Fernández (1941).

De niñas nosotras íbamos a la escuela, la cual estaba ubicada en lo que hoy es PADECOMSM. La mayor parte de los niños usaban sombrerito y a la entrada de la escuela se dejaba la filita de sombreros. Luego, cuando salíamos, cada uno lo recogía y colocaba nuevamente en su cabeza. En ese tiempo aquí en Perquín había pocas casas, a los buses les decíamos camionetas y no habían gentes con dinero, solo habíamos gentes pobrecitas.

En el centro de Perquín estaba la Cruz del Perdón, en lo que hoy es el Parque. La calle antigua era por otro lado, después la hicieron allá arriba, la nueva, entonces la gente decía: por ahí pasa la calle, por el “Gigante”.

La actividad económica en ese tiempo era el cultivo de café. Después que se recolectaba la cosecha se ponía a secar el grano y luego se trillaba; para ello había un equipo artesanal que se le denominaba Trilla, la cual era tirada por bueyes que hacían circular una rueda sobre el grano de café. Los bueyes iban por acá y la rueda giratoria por allá, desgranando el café. “La actividad económica en ese tiempo era el cultivo de café”.

TRAZOS DE PERQUÍN.

 
Dibujo por: Yamileth Argueta

Perquín ancestralmente fue un lugar de reposo de los nobles en su camino al norte, en ruta en lo que hoy es Honduras. En Perquín se producía brea de pino para remedio y otros usos, vendían achones de ocote para alumbrarse en la noche en los caminos.

Todas las tribus comerciaban en toda dirección pues no eran cinco países como hoy. Perquín y ERENDIKE eran dos provincias hermanas. Además, existía una cascada sagrada, cercana a la población, que servían sus aguas para las mujeres panzonas, se daban 9 baños y se creía espantaba los malos agüeros y las enfermedades. Servían también sus aguas para curar a los enfermos. Las gentes de aquel entonces se bañaban con jabón de aceituno.
(Leonel Chávez/ Príncipe Lenca Taulepa exiliado en Australia).


LEYENDAS PRECOLOMBINAS LENCAS

El kwakai.

Una semilla tiene su IKWAYA que la hace romper la cáscara y su palito bebé y sigue creciendo, us­ando la reserva de IKWAYA y cuando tiene hojas ellas capturan más de eso del aire y la luz y todo el entorno para usarlo como energías de crec­imiento... pero se puede perder si no sabemos que existe la fuerza IKWAYA nos trata como no existentes, pues es una teoría muy arcaica que si reconoces que existe, este te reconoce igual y te incluye en su plano... pero yo lo he visto cuando mi gente finalmente se abren y ven y veo una transformación en sus caras y energía y núcleo, hay fuerzas, pero no agresión, hay visión, pero no locura.


Leyenda Cerro El Gigante.

En el cerro que hoy se llama así, bajó el gigante que se robó el cinturón del MANAUELIKE, de ahí salió al cielo a esconderse. Por eso el espíritu de las chicharras se convirtió en ser humano que volaba y enviado por el MANAUELIKE fue y lo decapitó para traer el cinturón que garantiza mantener bien atada a la nación al suelo y a las estrellas para que nunca se destruyan en un cataclismo.[1]



VÍDEO


REFERENCIAS

  1. Tomado del libro Cantares del Pinol Por: Leonel Chevez Príncipe Lenca