Antecedentes
A partir de los años sesenta comienza a surgir una iglesia más atenta y más comprometida con la transformación de la sociedad. A este fenómeno contribuyeron: el Concilio Vaticano II (1962-1965), la Conferencia Episcopal de Medellín (1968), el impulso de un nuevo modelo de iglesia y la nueva práctica de hacer teología.
Para los cristianos salvadoreños, la palabra y la vida de Monseñor Romero constituye un reto y un estímulo, para, a ejemplo de él, insertarse en la lucha por una nueva sociedad. La misma situación de aquellos años, con tanta lucha callejera, la consolidación de las organizaciones populares, la sangrienta represión como respuesta del gobierno, las capturas y asesinatos en número creciente, etc.; planteó la interrogante a los cristianos y cristianas:
- ¿Y nosotros qué haremos o qué debemos hacer? A finales de la década de los 60, el Padre Miguel Angel Ventura, logró, desde su parroquia ubicada en el municipio de Torola, al norte del departamento de Morazán, realizar una intensa labor de concientización cristiana. Tradujo el concepto de la teología de la liberación en un mensaje claro:
Un mensaje que cayó como gota de agua en el desierto, por la creciente pobreza de las familias de acá y en todo el país, al que Padre Miguel tuvo que abandonar porque no encontró apoyo en el Obispo de la Diócesis. El Padre Miguel, por su labor a favor de los pobres, fue capturado y torturado.
Su labor de concientización cristiana posibilitó la organización y la lucha de los campesinos al norte de Morazán que, a su vez, fueron perseguidos.
Para la concientización de los campesinos fueron determinantes los centros de formación El Castaño y Los Naranjos.