Alberto Masferrer.
(24 de julio de 1968- 4 de septiembre de 1932) Inició sus estudios en la escuela de Jucuapa. A los 10 años de edad fue transferido al colegio fundado por Agustine Charvin, pedagoga de origen francés. Tras resistirse a cumplir un castigo impuesto por su padre, es enviado a Guatemala.
Masferrer rechaza la custodia de su progenitor y decide vivir de manera independiente. Viajó entre Guatemala, Honduras y Nicaragua aprendiendo diferentes oficios para poder ganarse la vida. Su gusto por la lectura y su gran dedicación lo inclinó por la docencia.Se convirtió en docente y trabajó en diferentes instituciones a nivel centroamericano. Dirigió el Diario Oficial. Fue secretario del Instituto Nacional. Desempeñó el cargo de cónsul de El Salvador en Argentina. Este cargo marcaría un precedente en su carrera diplomática que lo llevó a estar al frente de los consulados salvadoreños en Santiago de Chile en 1902, San José Costa Rica en 1907 y Amberes, Bélgica en 1910.
Fue un excelente periodista y escritor. Fundó el periódico Patria de El Salvador. Fue colaborador para los periódicos El Chileno y El Mercurio, de Santiago de Chile; redactó para La Reforma, Los obreros unidos, La República de Centroamérica, Biografía Cinentífico-Literarioa, El Simiente, Actualidades, por mencionar algunos.
En 1890 fue nombrado subdirector escolar en Sensuntepeque y archivero de la Contaduría Mayor en San Salvador; dos años después, asumió la dirección del Diario Oficial, y en 1900 se convirtió en secretario del Instituto Nacional, cargo que abandonó un año después, cuando fue nombrado cónsul de El Salvador en Buenos Aires (Argentina). Inició así una carrera diplomática que lo llevaría a ocupar los consulados salvadoreños en Santiago de Chile (1902), San José de Costa Rica (1907) y Amberes (Bélgica, (1910). Fue delegado de El Salvador en la Conferencia de La Haya (1912), colaborador en el Segundo Congreso Científico celebrado Washington en 1915, asesor del Ministerio de Instrucción Pública y director del Instituto Ixeles (1916).
Su labor literaria y ensayística se desarrolló paralelamente. En 1923 se convirtió en uno de los editorialistas del periódico El Día, y en 1928, en compañía de los escritores y periodistas Alberto Guerra Trigueros y José Bernal, fundó en la capital salvadoreña el rotativo Patria, donde se hizo cargo de la sección editorial y de una aplaudida columna titulada Vivir. Sus trabajos periodísticos publicados en este diario fueron recopilados al cabo de varios años por el poeta y crítico literario Pedro Geoffroy Rivas, y publicados por la editorial de la Universidad de El Salvador. Masferrer brilló también como periodista en territorio chileno, donde, bajo el pseudónimo de "Lutrín", firmó una columna humorística que aparecía en los rotativos El Chileno, de Santiago, y El Mercurio, de Valparaíso.
En los últimos años de su vida, Alberto Masferrer se implicó en la política de su país. Participó ardientemente en la campaña electoral de 1929 y 1930 a favor del partido laborista, apoyando al candidato Arturo Araujo, quien, elegido presidente en 1931, resultó inmediatamente derrocado por el golpe de estado del general Maximiliano Hernández Martínez. Las matanzas posteriores a manos del ejército salvadoreño desengañaron a Masferrer, quien hubo de partir a Guatemala y a Honduras sumido en la pobreza y la enfermedad.
Según sus propias palabras, él quería
"Luchar contra todas las injusticias; declarar la guerra a la miseria y la ignorancia; meter el hombro a las clases desheredadas sin humillar a las favorecidas; consagrar nuestro esfuerzo al triunfo de la verdad y de la virtud. Considerado de esta manera, el socialismo es la más santa de las doctrinas: es el cristianismo en sus más avanzadas consecuencias. En este sentido, nuestra literatura debe ser socialista",
palabras que operan como una especie de poética o al menos de programa cultural y social. Este episodio sumió al escritor en una amarga decepción que se agravó por sus problemas de salud y por el agotamiento que le produjo el viaje a Guatemala.
De regreso a El Salvador, muy mermado de facultades, falleció en la capital del país el 4 de septiembre de 1932.
Obras
Su obra, que ejerció profunda influencia en la juventud de su país, se caracteriza por una mezcla de socialismo y misticismo religioso y por una visión un tanto ambigua de los problemas sociales. A pesar de estar enclavado en el modernismo, se destacó por su impronta social. Entre sus obras más importantes figuran Las nuevas ideas (1910), Ensayo sobre el destino (1926), El dinero maldito (1927) y El minimun vital (1929). La obra Las siete cuerdas de la lira (1926) ahondó en los misterios del cosmos, la psicología y las fuerzas sobrenaturales.
Otros títulos de su producción son Naderías (1900), Recortes (1908), ¿Qué debemos saber? (1913), Pensamientos y formas (1921), El buitre se tornó calandria (1922), Ensayos y figuraciones sobre la vida de Jesús (1927), Helios (1928), La religión universal (1928) y El libro de la vida (1932). Póstumamente se publicó El rosal deshojado (1935). Su copiosa producción literaria le valió un asiento en la Academia Salvadoreña de la Lengua, donde ocupó la silla N, en sustitución del poeta y militar Juan José Cañas.
Referencia
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/masferrer.htm
https://www.galeriasdelalma.com/ensayo-latinoamericano-alberto-masferrer-el-salvador