Diferencia entre revisiones de «Amarás al Señor, y a tu prójimo como a ti mismo»

De CEBES Perquín
 
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'''Ciclo litúrgico:''' 30° domingo del tiempo ordinario - Ciclo A
 
'''Ciclo litúrgico:''' 30° domingo del tiempo ordinario - Ciclo A
  
'''''+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo  22, 34-40'''''
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'''''+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40'''''
  
 
''Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: '''“'''Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley'''”'''.''
 
''Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: '''“'''Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley'''”'''.''
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==Homilía==
 
==Homilía==
La liturgia nos presenta hoy, un discurso, en el que Jesús hace una fuerte crítica a los letrados y fariseos. Mateo tiene especial interés en colocar ese discurso en su evangelio, viendo que algo parecido está sucediendo en su propia comunidad, se nota en ella igualmente una tendencia a las aspiraciones de grandeza y de poder.
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Los fariseos, después de tantos intentos por desacreditar a Jesús, sin éxito, siguen intentándolo, esta vez, interrogándole sobre cuál de las tantas leyes, sería la más importante.
  
Son palabras muy trabajadas por Mateo, pero sin duda, eco del pensamiento auténtico de Jesús.
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Un asunto delicado. Había 613 leyes. A juicio de ellos, el cumplimiento cabal de cada una, era igualmente determinante en aras de alcanzar la salvación. Tocar la ley era tocar lo más sagrado.
  
A nosotros nos interesa especialmente descubrir la validez de esas críticas, en la iglesia de hoy.
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Llama la atención que en este caso Jesús no toma un tiempo para pensar su respuesta. Lo tiene bien claro y dice: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal, el primero. El segundo es equivalente a él: ¨Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los Profetas ".
  
Lo primero que hace Jesús es desenmascarar la mentira en su modo de proceder: dicen pero no hacen.
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Sin duda, un mensaje liberador, sobre todo para los pobres que no podían ni memorizar, ni mucho menos practicar tanta ley.
  
Los letrados y fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés, dicen, enseñan, atan fardos pesados y se los cargan en la espalda a la gente, pero ellos no las practican.
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Un mensaje liberador, también para nosotros, a veces confundidos y presionados por tanta ley, tanta norma, tanto requisito. Como que Jesús nos dice, no se preocupen por tanta ley, norma, requisito, vivan el amor con radicalidad y serán salvos.
  
Toda palabra que pretende ser auténtica, creíble, debe estar respaldada por una práctica consecuente.
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Y dejándonos llevar por lo que dice S.Juan: ¨El que dice que ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso¨, podemos fácilmente entender de que se trata de un solo mandamiento. Amar a Dios solo es posible, amando al prójimo y amar al prójimo es amar a Dios.
  
Demasiadas veces sucede lo contrario, no hacen lo que dicen: defensores del orden cuya vida es desordenada, proclamadores de justicia cuyas actuaciones están al margen de lo que es justo, educadores cuya conducta deseduca a quienes la conocen, reformadores incapaces de reformar su propia vida, revolucionarios que no se plantean una transformación radical de su existencia, socialistas que no han socializado mínimamente su vida.
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Esa plena identificación entre Dios y el prójimo resalta Mateo, en su relato sobre el juicio final. Dice:
  
En el caso de los religiosos de ayer y de hoy, si no hacen lo que dicen, la gente, en general, se vuelve muy crítica. Y esto, pese a que somos humanos y por consiguiente podemos fallar, no lo podemos tomar a mal.
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"Entonces los justos dirán: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo y en la cárcel y fuimos a verte? El Señor le responderá: En verdad les digo que cuando lo hicieron con alguno de los pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí".
  
Más bien, aún más de todos los demás, debemos esforzarnos por ser consecuentes con lo que predicamos.
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Una vez más se comprueba lo que acabamos de decir: Amar a Dios solo se puede amando al prójimo. Y amar al prójimo es amar a Dios.
  
Y frente a la gente que puede fallar debemos ser muy comprensivos y ayudarle a que puedan cumplir, y nunca caer en una actitud demasiado exigente y hasta condenatoria.
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    Este evangelio y tal como nosotros lo entendemos da pie a sacar cuatro conclusiones importantes.
  
En segundo lugar: Jesús, a los letrados y fariseos les echa en cara su afán permanente de buscar grandeza, honor, prestigio y poder.
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# Lo más importante, en toda nuestra vida cristiana, es la práctica del amor. Más importante que la iglesia a la cual pertenecemos, que la doctrina o la fe que profesamos, que los principios morales que adherimos, que el culto en el que participamos, es la práctica del amor. Ha habido y sigue habiendo todavía una tendencia para priorizar todo lo teórico y doctrinal y dejar por último la práctica del amor. No es que se desprecien los elementos teóricos o doctrinales, simplemente se pide resituarlos en el lugar que les corresponde. Lo primero es lo primero. Lo primero es la práctica del amor. <br />
 
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# Es, sobre todo, la práctica del amor que da acceso a la comunión con Dios. Se ha enfatizado durante mucho tiempo que, para estar con Dios, en comunión con Dios era indispensable y antes que nada, estar en la verdadera fe, en la fe de la iglesia, en la práctica del culto y los sacramentos. Teniendo esto se tenía prácticamente el todo de la comunión con Dios. Si luego ocurría que esta persona era injusta o explotadora, se reconocía sí que era una persona inconsecuente, pero que no dejaba estar en la verdad y en la comunión con el Dios que salva. Por el contrario, si alguien no aceptaba un dogma, era un hereje, quedaba fuera de la religión, excluido de la comunión con Dios y por tanto fuera de la posibilidad de la salvación, sin que importara siquiera examinar su vida para ver qué presencia tuvieran en ella el amor y la justicia. De nuevo, lo fundamental era lo doctrinal, la práctica del amor quedaba como una consecuencia derivada, congruente con la verdadera doctrina, pero de naturaleza secundaria. Dice José María Vigil: "La gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús consiste en haber abierto a los seres humanos otra vía de acceso a Dios, distinta a la de lo sagrado, la vía profana de la relación con el prójimo, la relación ética vivida, como servicio al prójimo y llevada hasta el sacrificio de uno mismo. La abrió a través de su propia persona, aceptando pagar con su vida la blasfemia de haberle quitado al culto, el monopolio de la salvación".
"Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y flecos llamativos en sus mantas; les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas; que los salude la gente por la calle y los llamen maestros".
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# La práctica del amor legitima la opción por los pobres. La práctica del amor, debe estar dirigido a quienes más carecen de él: los pobres, los marginados, los excluidos. En nuestra práctica del amor, los pobres deben ser prioritarios. Es una feliz evidencia que todas las religiones hablan de amor, de la misericordia, de la atención de los pobres. En todas, los pobres ocupan un puesto central. No quita que en algunos momentos de la historia esa centralidad de los pobres ha quedado opacada, olvidada o simplemente transformada en paternalismo o beneficencia asistencialista.  No estamos tratando algo sin mayor importancia sino algo que es fundamental para nuestra vida cristiana. Decía M. Romero: "quiero decir a todo el pueblo, gobernantes, ricos y poderosos: si no se hacen pobres, sino se interesan por la pobreza de nuestro pueblo como si fuera su propia familia, no podrán salvar a la sociedad".
 
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# La prioridad de la práctica del amor debe abrirnos a un diálogo con todos y todas, llevado con sinceridad y humildad. El amor que decimos practicar nos exige distanciarnos de todo lo que huele a orgullo, prepotencia o superioridad. He aquí el error en el que han caído muchos y también nuestra iglesia cristiana. Con razón , José María Vigil pregunta: ¨Nos gustaría que otra religión hablara de la nuestra como una religión deficiente o falsa? ¿O a que nos considerara inútiles intentos humanos por captar a Dios? ¿Nos gustaría escuchar la prédica celosa de otra religión que buscara convencernos a hacer miembros de su religión, a fin de que pudiéramos evitar nuestra perdición eterna? Cómo nos sentiríamos ante una religión que proclamara públicamente su convicción de que solio ella es la verdadera y todas las demás fueran falsas, inútiles, deficientes o destinadas a desaparecer. Supongo que nos sentiríamos mal. Pues un lenguaje así va en contra del mensaje de Jesús. Para el, la exigencia mínima y a la vez máxima es el amor que nos impone en todo diálogo, con quién sea, conservar una actitud siempre sincera y humilde.
Lo que señalamos es una tentación muy común entre los seres humanos, también entre los religiosos, Jesús señala ese afán entre los letrados y fariseos, lo observa también entre los mismos discípulos. Frente a ese problema persiste en que el mayor debe hacerse el servidor de los demás.
 
 
 
Que aun actualmente seguimos enfrentados a esta situación, a nivel de la iglesia, es evidente, basta con fijarse en tal número de títulos, prerrogativas, honores y dignidades.
 
 
 
Jesús siente un rechazo natural hacia ese afán de grandeza. De ahí que dice al final del evangelio: ¨el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.
 
 
 
En tercer lugar, ve y lo rechaza, unos se dejan llamar maestros, otros padres, otros jefes.
 
 
 
Y dice Jesús, entre nosotros no debe haber maestros, ni padres, ni jefes, pues todos somos hermanos.
 
 
 
Entre nosotros hemos llegado a ver a la iglesia en forma piramidal. Hay un jefe (el Papa), después vienen los obispos y sacerdotes, y muy abajo la feligresía. Ella acepta vivir bajo las indicaciones de los de arriba. No es esto lo que quiere Jesús. Él quiere que todos y todas seamos hermanos y hermanas. formando una sola comunidad, donde cada uno, cada una, va ubicándose dentro de ella asumiendo su responsabilidad. Esto es, a lo que se refiere el Papa, cuando habla de sinodalidad.
 
 
 
Los seglares debemos descubrir nuestras responsabilidades y cumplirlas.
 
 
 
Los sacerdotes deben aprender a trabajar no solo para la feligresía, sino con la feligresía.
 
 
 
Esta es una de nuestras grandes tareas en la iglesia: ir encontrando cada uno una, nuestro verdadero sitio en la comunidad cristiana, para colaborar de manera fraterna y corresponsable en la vida y en la misión de toda la iglesia.
 
 
 
Cabe, en relación con esta reflexión, señalar un documento de Obispos, firmado a finales del concilio vaticano II, el 16 de noviembre de 1965. Ese documento lo llamaron ¨el pacto de las catacumbas¨. Unos cincuenta obispos se comprometieron a ser más fieles al espíritu de Jesús. A continuación, algunos de sus compromisos:
 
 
 
#Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y todo lo que de ahí se desprende.
 
#Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos.
 
#En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles.
 
#Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (eminencia, excelencia, Monseñor) Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre.
 
#Conscientes de la exigencia de justicia y caridad y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales, basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes.
 
#Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestros gobiernos y servicios decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios.
 
 
 
Pidámosle a Dios que nosotros y nosotras también podamos ser más fieles al Espíritu de Dios.
 
  
 
==Referencias==
 
==Referencias==
 
'''Liturgia del evangelio tomado de:''' https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-10-29
 
'''Liturgia del evangelio tomado de:''' https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-10-29

Revisión actual del 16:35 1 nov 2023

Fecha: Domingo 29 de octubre de 2023

Ciclo litúrgico: 30° domingo del tiempo ordinario - Ciclo A

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 34-40

Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley.

Jesús le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento, El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.

Homilía

Los fariseos, después de tantos intentos por desacreditar a Jesús, sin éxito, siguen intentándolo, esta vez, interrogándole sobre cuál de las tantas leyes, sería la más importante.

Un asunto delicado. Había 613 leyes. A juicio de ellos, el cumplimiento cabal de cada una, era igualmente determinante en aras de alcanzar la salvación. Tocar la ley era tocar lo más sagrado.

Llama la atención que en este caso Jesús no toma un tiempo para pensar su respuesta. Lo tiene bien claro y dice: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal, el primero. El segundo es equivalente a él: ¨Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los Profetas ".

Sin duda, un mensaje liberador, sobre todo para los pobres que no podían ni memorizar, ni mucho menos practicar tanta ley.

Un mensaje liberador, también para nosotros, a veces confundidos y presionados por tanta ley, tanta norma, tanto requisito. Como que Jesús nos dice, no se preocupen por tanta ley, norma, requisito, vivan el amor con radicalidad y serán salvos.

Y dejándonos llevar por lo que dice S.Juan: ¨El que dice que ama a Dios y no ama a su prójimo es un mentiroso¨, podemos fácilmente entender de que se trata de un solo mandamiento. Amar a Dios solo es posible, amando al prójimo y amar al prójimo es amar a Dios.

Esa plena identificación entre Dios y el prójimo resalta Mateo, en su relato sobre el juicio final. Dice:

"Entonces los justos dirán: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo y en la cárcel y fuimos a verte? El Señor le responderá: En verdad les digo que cuando lo hicieron con alguno de los pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí".

Una vez más se comprueba lo que acabamos de decir: Amar a Dios solo se puede amando al prójimo. Y amar al prójimo es amar a Dios.

    Este evangelio y tal como nosotros lo entendemos da pie a sacar cuatro conclusiones importantes.

  1. Lo más importante, en toda nuestra vida cristiana, es la práctica del amor. Más importante que la iglesia a la cual pertenecemos, que la doctrina o la fe que profesamos, que los principios morales que adherimos, que el culto en el que participamos, es la práctica del amor. Ha habido y sigue habiendo todavía una tendencia para priorizar todo lo teórico y doctrinal y dejar por último la práctica del amor. No es que se desprecien los elementos teóricos o doctrinales, simplemente se pide resituarlos en el lugar que les corresponde. Lo primero es lo primero. Lo primero es la práctica del amor.
  2. Es, sobre todo, la práctica del amor que da acceso a la comunión con Dios. Se ha enfatizado durante mucho tiempo que, para estar con Dios, en comunión con Dios era indispensable y antes que nada, estar en la verdadera fe, en la fe de la iglesia, en la práctica del culto y los sacramentos. Teniendo esto se tenía prácticamente el todo de la comunión con Dios. Si luego ocurría que esta persona era injusta o explotadora, se reconocía sí que era una persona inconsecuente, pero que no dejaba estar en la verdad y en la comunión con el Dios que salva. Por el contrario, si alguien no aceptaba un dogma, era un hereje, quedaba fuera de la religión, excluido de la comunión con Dios y por tanto fuera de la posibilidad de la salvación, sin que importara siquiera examinar su vida para ver qué presencia tuvieran en ella el amor y la justicia. De nuevo, lo fundamental era lo doctrinal, la práctica del amor quedaba como una consecuencia derivada, congruente con la verdadera doctrina, pero de naturaleza secundaria. Dice José María Vigil: "La gran revolución religiosa llevada a cabo por Jesús consiste en haber abierto a los seres humanos otra vía de acceso a Dios, distinta a la de lo sagrado, la vía profana de la relación con el prójimo, la relación ética vivida, como servicio al prójimo y llevada hasta el sacrificio de uno mismo. La abrió a través de su propia persona, aceptando pagar con su vida la blasfemia de haberle quitado al culto, el monopolio de la salvación".
  3. La práctica del amor legitima la opción por los pobres. La práctica del amor, debe estar dirigido a quienes más carecen de él: los pobres, los marginados, los excluidos. En nuestra práctica del amor, los pobres deben ser prioritarios. Es una feliz evidencia que todas las religiones hablan de amor, de la misericordia, de la atención de los pobres. En todas, los pobres ocupan un puesto central. No quita que en algunos momentos de la historia esa centralidad de los pobres ha quedado opacada, olvidada o simplemente transformada en paternalismo o beneficencia asistencialista. No estamos tratando algo sin mayor importancia sino algo que es fundamental para nuestra vida cristiana. Decía M. Romero: "quiero decir a todo el pueblo, gobernantes, ricos y poderosos: si no se hacen pobres, sino se interesan por la pobreza de nuestro pueblo como si fuera su propia familia, no podrán salvar a la sociedad".
  4. La prioridad de la práctica del amor debe abrirnos a un diálogo con todos y todas, llevado con sinceridad y humildad. El amor que decimos practicar nos exige distanciarnos de todo lo que huele a orgullo, prepotencia o superioridad. He aquí el error en el que han caído muchos y también nuestra iglesia cristiana. Con razón , José María Vigil pregunta: ¨Nos gustaría que otra religión hablara de la nuestra como una religión deficiente o falsa? ¿O a que nos considerara inútiles intentos humanos por captar a Dios? ¿Nos gustaría escuchar la prédica celosa de otra religión que buscara convencernos a hacer miembros de su religión, a fin de que pudiéramos evitar nuestra perdición eterna? Cómo nos sentiríamos ante una religión que proclamara públicamente su convicción de que solio ella es la verdadera y todas las demás fueran falsas, inútiles, deficientes o destinadas a desaparecer. Supongo que nos sentiríamos mal. Pues un lenguaje así va en contra del mensaje de Jesús. Para el, la exigencia mínima y a la vez máxima es el amor que nos impone en todo diálogo, con quién sea, conservar una actitud siempre sincera y humilde.

Referencias

Liturgia del evangelio tomado de: https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-10-29