Diferencia entre revisiones de «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios»
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Revisión del 03:46 22 oct 2023
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22, 15-21
Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque Tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”.
Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: “¿De quién es esta figura y esta inscripción?”
Le respondieron: “Del César”.
Jesús les dijo: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”.
Homilía
El evangelio de hoy nos presenta una vez más un conflicto verbal entre fariseos y Jesús. Los fariseos no se presentan personalmente, envían a algunos de sus discípulos. Estos se dejan acompañar con un grupo de Herodianos. Entre ellos debe haber terratenientes y recaudadores, encargados de almacenar el grano de Galilea y de recolectar los tributos para el Cesar.
¿Quiénes son los fariseos? ¿Quién es Jesús?
Los fariseos, eran gente del pueblo muy piadosos. En vista que dirigían las reuniones semanales en las sinagogas, que estaban ubicadas a lo largo y ancho del país, tenían mucha influencia sobre el pueblo.
Para ellos, lo importante era cumplir cabalmente la ley.
No querían a los romanos, ni a los herodianos. Tampoco querían al pueblo común. Despreciaban a la gente pobre porque no cumplían la ley como ellos si la cumplían.
Fariseo quiere decir separado. Para ellos Dios era un ser puro. Por consiguiente, para estar cerca de Él, tenía que separarse de la gente impura, como los pecadores, y la gente común (la chusma).
Cuenta el evangelio que no eran tan santos, sino amigos del dinero y falsos.
¿Y Jesús? Totalmente diferente.
-Distanciado de toda clase de poder;
-Radicalmente comprometido con la gente pobre, con los excluidos;
-Para él, por encima de la ley está el bien de la persona humana;
-Es amante de la verdad, nada de ambigüedad o hipocresía;
-Su Dios es Abba, Padre que invita a todos y todas a que sean colaboradores y parte del reino.
Los fariseos ven a Jesús como un estorbo, porque con su mensaje y su estilo de vida cuestiona, permanentemente, sus falsas creencias, su apego fanático a la ley, sus ambigüedades y sus hipocresías, que mantienen para salvaguardar, sea como sea, el prestigio, y las ventajas que han adquirido en las esferas del poder.
Como en ocasiones anteriores, los fariseos (o sus discípulos) y los herodianos, no buscan tener con Jesús un intercambio o una especie de debate o un diálogo a fin de llegar a un consenso. Nada de esto. Lo único que pretenden es hacerle caer en la trampa, o desacreditarlo ante el pueblo y ante los poderes. No lograron ocultarlo, ni introduciendo la conversación con unas palabras hipócritas: decían, sabemos que eres sincero y enseñas el camino conforme a la verdad. De inmediato, en estas palabras, Jesús descubre su mala intención y reprocha su hipocresía.
La pregunta, a todas luces una trampa que tienden a Jesús, es bien pensada: ¿Es lícito pagar tributos al César o no? Si responde que no, seguramente, le acusarán de rebelión contra Roma; si acepta la tributación quedará desacreditado ante aquellas gentes que viven exprimidas por los impuestos, y a las que él tanto quiere y defiende.
Jesús elabora su respuesta a partir de la imagen impresa en una moneda. Se trata, como la misma moneda lo indica de Tiberio Cesar Augusto, hijo del divino Augusto, supremo sacerdote. Después de un brevísimo diálogo con sus interlocutores sobre le identidad de quien está representado en la moneda, lanza su respuesta: ¨Denle al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios¨.
Jesús, para precisar su respuesta coloca a Dios en el debate. Como judío fiel, Jesús sabe que a Dios le pertenece la tierra y todo lo que contiene el orbe y todos los habitantes. (salmo 24) ¿Qué le puede pertenecer a Cesar que no sea de Dios? Solo su dinero injusto.
La respuesta de Jesús ha sido muy comentada. Prevaleció durante mucho tiempo una interpretación equivocada. Como que Jesús hacía diferencia entre dos esferas: una, bajo el dominio exclusivo de César y otra bajo el dominio de Dios. Con otras palabras, todo lo que se refiere a la estructuración de la sociedad, a la política que se quiere impulsar, a la convivencia ciudadana sería de la exclusiva competencia del rey, o del emperador, o de las instancias del gobierno; Y todo lo que tiene que ver con las creencias, las prácticas religiosas, los principios morales, la organización religiosa, estaría bajo el dominio de Dios o de quienes han sido señalados y aceptados como sus voceros. Esto ha servido para engrandecer el poder político y reducir al mínimo el aporte que se puede dar desde la fe, a la buena convivencia entre todos y todas.
O cómo lo dice José Antonio Pagola: ¨Denle al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios¨. Estas palabras de Jesús han sido utilizadas con frecuencia para establecer una frontera clara entre lo político y lo religioso y defender así la autonomía absoluta del Estado ante cualquier interpelación hecha desde la fe. ¨
Nunca han sido fáciles las relaciones entre fe y política. Tampoco entre la iglesia y los políticos. Estos han querido valerse de lo religioso para empujar sus objetivos netamente políticos. Y por otro lado, la iglesia ha buscado apoyo en los políticos a fin de salvaguardar sus intereses particulares. Y con frecuencia no se ha valorado debidamente el importante quehacer del político, ni se ha descubierto el papel que la fe puede jugar en su tarea.
El desafío es evidente: a base de respeto mutuo el gobierno y la iglesia deben disponerse a dialogar, teniendo ambos como única meta contribuir al bien común. Monseñor Romero lo tenía muy claro. Y en relación del diálogo que, en aquella ocasión, propuso el presidente Molina, decía en su primera carta pastoral: ¨Al ofrecimiento del diálogo del Señor presidente, la iglesia reitera la disposición del diálogo. El diálogo que se iniciaría en un clima de confianza, de cara al bien común del pueblo, de ninguna manera buscaría, de parte de la iglesia, privilegios, ni se basaría en competencias de carácter político, sino que tendería a esa sana cooperación entre Gobierno e Iglesia para la creación de un orden social justo, eliminando progresivamente las estructuras injustas y promoviendo los hombres nuevos que el país necesita para manejar y vivir en las nuevas estructuras de la justicia, de la paz y del amor.¨
Admirable ese lenguaje de Monseñor, preciso, respetuoso, prudente y a la vez abriendo camino hacia un diálogo fructifero.
A mi me parece que Jesús con su respuesta apoya la desobediencia civil, en caso que El Estado le quiere imponer al pueblo medidas injustas y desfavorables al bien común.
Mahatma Ghandi hizo de la desobediencia civil su método de lucha. Se trata de un método no violento pero que requiere la adquisición de muchos valores. Esto lo expresa Mahatma Ghandi en uno de sus oraciones:
"Mi Señor, ayúdame decir la verdad delante del fuerte, y no decir mentiras para ganarse el aplauso de los débiles. Si me das fortuna, no me quites la razón. Si me das éxito no me quites la humildad. Si me das humildad no me quites la dignidad. Ayúdame a ver siempre la otra cara de la medalla.
No me dejes culpar de traición a otro, por no pensar igual que yo. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso, Más bien te pido recordarme siempre1 que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo. Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza. Si me quites éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso. Si yo ofendiera a la gente dame valor para disculparme. Y si la gente me ofende, dame valor para perdonar. "
Padre Rogelio Ponseele