Diferencia entre revisiones de «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga»

De CEBES Perquín
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Revisión actual del 21:25 30 sep 2023

Fecha: Domingo 01 de octubre de 2023

Ciclo litúrgico: 26° domingo del tiempo ordinario - Ciclo A

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 16, 21-27

Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá.

Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.

¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

Homilía

Este Domingo la liturgia nos presenta para nuestra reflexión una parábola sencilla y breve. Apenas abarca cinco versículos. Sin embargo, esta parábola nos ha dejado un mensaje muy importante.

Antes que nada, nos advierte que las palabras no siempre son creíbles. (dice si a su padre, pero no va a trabajar a la viña).

Las palabras, a veces, sirven para mentir, ocultar, tergiversar o manipular la verdad. Por consiguiente, no debemos tragar, así no más, todo lo que nos dicen. Más bien debemos ser críticos, a fin de descubrir lo que, en ellas, hay de verdad y hay de mentira.

La palabra que ha sido, y sigue siendo, la más creíble es la palabra de nuestro santo Monseñor Romero. Escuchamos, de parte de él, siempre una palabra apegada a la verdad. En tantos años de predicaciones semanales, nadie pudo señalarle alguna mentira.

Son conmovedoras las palabras que él mismo dijo sobre el deber que tiene la iglesia de decir la verdad. Decía:

¨Quiero decir que la iglesia animada por el Espíritu de Dios lleva la capacidad de decir la verdad. Llevar la capacidad de decir la verdad es sufrir el tormento interior que sufrían los profetas. Porque es mucho más fácil predicar la mentira, callar la verdad, acomodarse a las situaciones para no perder ventaja, para tener siempre amistades halagadoras, para tener poder. Qué tentación más horrible la de la iglesia. Y, sin embargo, ella que ha recibido el Espíritu de la verdad, tiene que estar dispuesta a no traicionar la verdad. Y si es necesario todos los privilegios, los perderá, pero siempre dirá la verdad. Y si la calumnian, sabrá ella que la calumnian por decir la verdad. Esta es la misión que Cristo confió a la iglesia en la misma noche de la resurrección.¨

Nosotros debemos procurar, a ejemplo de Monseñor Romero, ser amantes de la verdad, defensores de la verdad y coherentes con esta verdad debemos hablar y actuar. Una palabra cobra credibilidad cuando está respaldada por una práctica coherente. En este sentido es más importante que lo que hacemos que lo que decimos. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el Padre? Contestaron el primero. Más decisivo que lo que uno dice es lo que uno hace.

Ahora, viéndolo bien, la parábola lleva dentro una fuerza, que Jesús manifiesta cuando dice: Les aseguro que los recaudadores de impuestos (los publicanos) y las prostitutas entrarán antes de ustedes en el reino de Dios.

Se trata de una crítica fuerte a los dirigentes, los profesionales de la religión y una valoración para muchos sorprendente, de quienes están siendo marginados, despreciados, y excluidos por la sociedad. Es decir, los publicanos y las prostitutas (dicen que no pero después sí van a la viña) llevarán la delantera a los dirigentes y profesionales de la religión (los que dicen que si y después no van a la viña).

La crítica de Jesús hacia los dirigentes que escuchamos a lo largo de los evangelios, se centra en algunos aspectos que, a nosotros, nosotras, no nos son extraños:

-Hablan y actúan haciendo valer la autoridad que tienen, más que movidos por el amor. Creen saberlo todo de Dios. Predican en su nombre la ley, el orden y la moral: acusan, amenazan y condenan en nombre de Dios; terminan haciendo la vida de las personas más dura y penosa de lo que ya es.

-Cuidan el templo, la ley y su puesto. Un reino de justicia, de vida, de bondad, tal como Jesús lo predicó no les interesa, y hasta ven en él, una amenaza.

-Hicieron del culto un negocio. Muy elocuente respecto a eso es cuando Jesús saca a los mercaderos del templo.

-Insisten en el poder de Dios, en el que participan ellos, como sus  representantes. No simpatizan con el nuevo nombre que Jesús le ha dado a Dios, llamándole Padre, Abba. ¿Y cómo se explica esa valoración tan positiva, que hace Jesús, de gentes como los publicanos y las prostitutas?  

-Sin duda tiene que ver con su preferencia innata, por los últimos.

-Admira su sencillez frente a la jactancia o la prepotencia de los sacerdotes y escribas

-Tal vez, descubrió en ellos un corazón más abierto a Dios, más necesitado de su perdón.

-Y cuando Jesús les ofrece la amistad de Dios, escuchan su llamada y dan pasos hacia la conversión.

Para Jesús no hay duda alguna el publicano Zaqueo y la prostituta que ha regado con lágrimas sus pies y tantos otros, van por delante en el camino del reino de Dios.

Y para concluir, el evangelio insiste en que nuestra vida cristiana debe ser auténtica y no de apariencia.

Nos declaramos, cristianos: asistimos a algunos actos religiosos, bautizamos a nuestros hijos(as), incluso nos casamos por la iglesia pero,  por lo demás,  opinamos como los demás y orientamos nuestra atención hacia todo lo que nos puede traer ventaja.

De esta manera solo hemos quedado, a lo sumo, a medio camino, como se suele decir. Pues, el sí a Dios debe involucrar toda nuestra vida: la pareja, la familia, las relaciones sociales, nuestros proyectos e intereses.

Hasta entonces somos cristianos auténticos.

Padre Rogelio Ponseele

Referencias

Liturgia del evangelio tomado de: https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-09-03