Diferencia entre revisiones de «Mi carne es la verdadera comida, y mi sangre, la verdadera bebida»
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En realidad el domingo debería ser un día especial: un momento de reflexión familiar, una comidita un tanto diferente, y una convivencia entre todos y todas. | En realidad el domingo debería ser un día especial: un momento de reflexión familiar, una comidita un tanto diferente, y una convivencia entre todos y todas. | ||
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'''Evangelio tomado del sitio web''': https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-06-11 | '''Evangelio tomado del sitio web''': https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-06-11 | ||
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Revisión del 02:39 10 jun 2023
Fecha: 11 de junio de 2023
Ciclo Litúrgico: Ciclo A – La solemnidad del Cuerpo y la Sangra de Cristo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-58
Jesús dijo a los judíos:
“Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”
Jesús les respondió:
“Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Homilía
Jesús celebró la última cena. Él, los discípulos y las discípulas sentados alrededor de una sola mesa, compartiendo el pan y el vino. Esa práctica se volvió tradición en la iglesia. Hoy hablamos de misa o de eucaristía.
Recordando la última cena, donde se celebró la primera misa, no podemos menos que afirmar de que se trata de un acto comunitario (Jesús y..) y de una comida compartida. (no solo un acto de culto o de adoración).
Estos dos aspectos fueron, en tiempos de la edad media, completamente ignorados.
-Se volvió un acto realizado únicamente por el sacerdote. Se hizo costumbre, ley, para los sacerdotes, celebrar diariamente la misa. La gente no disponía siempre de tiempo para asistir. A los pocos que asistían se les aconsejaba rezar el rosario para entretenerse mientras que el sacerdote, él solo, celebraba.
-La misa se volvió un acto de culto o de adoración en estos mismos años. Se llegó a tal extremo que la gente quedaba fuera. Y solo entró a la hora de la consagración para adorar la hostia consagrada.
-En un momento dado solo el sacerdote podía comulgar. Y durante, mucho tiempo, los feligreses no pudieron comulgar tomando el vino consagrado.
-El concilio vat. II introdujo algunos cambios a fin de corregir estas situaciones que acabamos de comentar: la liturgia se adaptó a la lengua del pueblo; el sacerdote se ubicó frente a frente con el pueblo y no más de espalda; se suprimía la barrera que había entre el coro y la nave; hubo más intentos de mayor participación en los gestos litúrgicos. La misa, sin duda, debe ser una acto comunitario y no solo del sacerdote.
-Que la misa debe ser más de un acto de culto, adoración, una comida compartida, se convence uno, después de la lectura del evangelio de hoy. Aún ante la actitud desconcertada de los judíos que se preguntan ¿cómo puede este darnos a comer su carne, Jesús no suaviza el contenido de su discurso. Más bien insiste de que se trata de comer su carne y beber su sangre. La misa es una comida compartida.
- Este aspecto no se ha resuelto del todo. Para más de algún cristiano sigue siendo más importante la hora santa (adoración), que la misa(comida). Evidentemente ambas cosas son importantes, pero más importante que la hora santa es la misa.
Ahora vamos a recorrer las distintas partes de la misa y definir su verdadero significado.
-Comenzamos con la liturgia de la palabra.
Durante la semana, hemos visto la televisión, oímos radio, leímos la prensa, vivimos aturdidos por toda clase de mensajes, noticias, publicidad. Necesitamos escuchar, al menos el domingo, otra voz diferente que nos cure por dentro y que nos anima a vivir más autentica.
-Después viene la ofrenda.
Es el momento en que la liturgia presenta los símbolos de los que se hará uso durante la parte eucarística de la misa. Se trata de pan y vino.
Para subsistir el ser humano necesita comer y beber. Así también para subsistir y desarrollarnos como cristianos necesitamos alimentarnos, alimentarnos de Jesús. Esto haremos cuando comemos el pan consagrado y el vino consagrado.
Los símbolos son bien sencillos pero muy bien escogidos.
-A continuación, viene la consagración.
Comienza con una acción de gracias y en seguida recuerda la última cena.
La vida no es solo trabajo, esfuerzo, agitación es también celebración y acción de gracias. Es bueno reunirnos los domingos para agradecer las bondades de Dios. Demos gracias al Señor. Es justo y necesario.
Se recuerda la última cena de Jesús y se consagra el pan y el vino. Es una manera de hacer memoria de Jesús, de su vida, su entrega, su muerte.
La eucaristía como memoria, es más que un recuerdo, es un acuerdo. Es retomar la causa de Jesús: el reino. La eucaristía nos debe llevar a hacer lo contrario del neoliberalismo, del consumismo, y del individualismo.
Esto se retoma y se refuerza en la parte de la comunión.
Este pan y este vino se ha convertido en pan de vida y cáliz de salvación. Es aquí donde, los creyentes, encontramos la verdadera comida y la verdadera bebida de las que nos habla Jesús en el evangelio. Bien celebrada, la eucaristía nos moldea, nos va uniendo a Jesús, nos alimenta con su vida, nos familiariza con su evangelio, nos invita a vivir en actitud de servicio fraterno y nos sostiene en la esperanza del reencuentro final, con él.
Y José Antonio Pagola al concluir su reflexión acerca de la eucaristía se refiere al Pare Nuestro y lo que sigue y dice: ´´Cantamos juntos el Padre Nuestro, sintiéndonos hermanos de todos y le pedimos que a nadie le falte el pan, ni el perdón, nos damos la paz y la buscamos para todos’’.
Actualmente el domingo se diluye entre los otros días de trabajo. En muchas familias el domingo no se distingue para nada de los demás días.
Recuerdo que en mi familia el domingo si era un día especial. El día anterior, sábado, era el día del baño. El domingo teníamos que ponernos ropa lavada y planchada. Muy de mañana íbamos todos y todas a misa. Había un desayuno especial e incluso teníamos permiso para endulzar el café con una cucharita de azúcar. Todo el día pasamos juntos leyendo, escuchando música o compartiendo los quehaceres de la casa. Cuando estábamos pequeños Papá nos sacó, al menos en el verano, a un lugar donde pudimos divertirnos y concluir todo con una cenita al aire libre.
En realidad el domingo debería ser un día especial: un momento de reflexión familiar, una comidita un tanto diferente, y una convivencia entre todos y todas.
Padre Rogelio Ponseele
Referencias
Evangelio tomado del sitio web: https://www.eucaristiadiaria.cl/dia_cal.php?fecha=2023-06-11