Diferencia entre revisiones de «Yo soy la puerta de las ovejas»

De CEBES Perquín
(Creación de pagina)
(Sin diferencias)

Revisión del 03:10 28 abr 2023

Fecha: 30 – 04 -2023

Ciclo Litúrgico: Ciclo A - 4º domingo de Pascua

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 1-10

Jesús dijo a los fariseos:

Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino trepando por otro lado, es un ladrón y un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz.

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió:

Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta.

El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero Yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia.

Homilía

En el evangelio de hoy, Jesús se presenta como el buen pastor y  se presenta igualmente como la puerta; da pie para referirse a Monseñor Romero que el pueblo, en tiempos muy difíciles, acogió como su pastor.

Jesús es el buen pastor y nosotros (los cristianos) somos su rebaño. El buen pastor entra al redil por la puerta y con el aval del que cuida la puerta establece una relación cercana con el rebaño (llama a cada una de las ovejas por su nombre y las conduce afuera). Las ovejas le responden, pues, sienten que él es su pastor. Y una vez todas afuera comienzan a caminar. Él va adelante, en búsqueda de buenos pastos.

Con la figura del buen pastor Jesús nos dice lo que debe ser un buen líder. No explota a las ovejas sino que las sirve, las conoce y las quiere. No son para él una carga sino el sentido de su vida. No tiene intereses ocultos. Su único interés es que vivan y tengan abundancia de pastos, posibilidades de crecer. (Un tal Jesús)

A lo largo de su historia el pueblo de Dios ha tenido buenos y malos pastores. A los malos, Jesús los llama ladrones, bandidos, no entran por la puerta, saltan por otro lado. El interés que tienen es robar, matar, destruir. A cambio, Jesús define su misión de esta manera: ¨Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

En todo esto nosotros, nosotras somos las ovejas y por consiguiente debemos tener esta misma confianza y fidelidad al Pastor, pero cuidado: ¨ser cristiano no es ser borrego de un rebaño en el que nadie tiene rostro, ni personalidad, en el que todos bajan la cabeza, sin opiniones propias, serviles e inseguros. El rebaño o la comunidad que nosotros, nosotras formamos es de hombres y mujeres libres y responsables, capaces de quererse entre sí y que se saben queridos por el Pastor . ( Un tal Jesús)

Al teólogo Juan le gusta   poner en la boca de Jesús frases con las que Jesús revela su verdadera identidad: Yo soy el pan de la vida, yo soy la luz del mundo, yo soy el buen pastor. Entre estas hay una muy sencilla y casi olvidada, que sin embargo, encierra un sentido profundo. Dice: Yo soy la puerta. Así es, Jesús es una puerta abierta. Quien le sigue cruce un umbral que conduce a un mundo nuevo que invita a entender y vivir la vida de una manera nueva.

Seguir a Jesús debemos entenderlo bien. No basta solo escuchar a Jesús. A la escucha sigue la acogida, es decir, la aceptación de la palabra, y luego el seguimiento. El vocablo ¨seguir¨ se repite en los evangelios no menos de setenta veces. Seguir a Jesús no es ir detrás de Jesús, ni siquiera a su lado. Seguir a Jesús es vivir como él vivió, hacer nuestras sus ideas, sus sentimientos e identificarnos con sus propósitos. Solo así podremos llegar a ser oyentes activos y seguidores auténticos de Jesús, nuestro Pastor, la puerta por donde entrar a una nueva vida.

En este domingo del buen pastor, no podemos menos que mencionar a Monseñor Romero. Se hizo nuestro pastor a través de su cercanía y su identificación con el pueblo y se hizo, a la vez, el hombre más creíble de nuestra historia: su palabra estuvo siempre apegada a la verdad  y respaldada por una práctica coherente.

Hoy vivimos tiempos confusos, no sabemos en qué o en quién fundamentar nuestras opciones. La única salida que se nos ofrece hoy, es la palabra de M.Romero.

Oigámoslo hablando él sobre el proyecto de Jesús y cómo podemos contribuir a que se haga presente entre nosotros y nosotras.

El proyecto de Dios es la sencillez del hombre que por la fe y viviendo su vida ordinaria, se gana la voluntad de Dios, se aviene a Dios. No es necesario hacer cosas ostentosas; no es necesario y hace mucho mal una religión triunfalista. Lo que hace falta es más solidez, la sencillez honrada de los hombres entregados al servicio de Dios. Ese es el proyecto de Dios, la vida sencilla, ordinaria pero dándole un sentido de amor, de libertad. Qué hermoso sería nuestro país si todos viviéramos este proyecto de Dios. Cada uno ocupado en su oficio, sin pretensiones de dominar a nadie, simplemente ganándose y comiendo con justicia el pan que necesita su familia. No habría esta tremenda situación que precisamente surge porque los hombres buscan un falso mesías.

Lo que nos queda es, lo más que podamos, empaparnos de las palabras de Monseñor y juntos y juntas llevarlas a la práctica.

Ser "pastor" relacionamos casi siempre con líderes religiosos. Pocas veces nos ocurre relacionar "ser pastor" con padres de familia, maestros y maestras, educadores, líderes civiles etc. Sin embargo, también lo son, pues igualmente como todo pastor asumen responsabilidad ante un grupo de personas a quienes deben llevar desarrollo humano y bienestar.

En este sentido esperamos que todos ellos, ellas tengan las mismas cualidades del buen pastor: que tengan una estrecha relación con las personas a las que deben servir desinteresadamente, y que las mismas no sean una carga sino el sentido de su vida.

Padre Rogelio Ponseele

Referencias