Diferencia entre revisiones de «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»

De CEBES Perquín
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Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:
 
Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:
 
Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
 
Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.
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Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel”.
 
Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel”.
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Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”.
 
Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”.
 
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios”.
 
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios”.
  
==HOMILÍA==
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El evangelio de hoy es del evangelista Juan. Resulta un tanto diferente y de alguna manera superior a los sinópticos (Mt., Mc., y Lc., ), a tal grado que se pueda afirmar, como lo hace José Antonio Pagola, que el evangelio de Juan ilumina la persona de Jesús y su actuación con una profundidad nunca antes desarrollada por ningún otro evangelista.
 
El evangelio de hoy es del evangelista Juan. Resulta un tanto diferente y de alguna manera superior a los sinópticos (Mt., Mc., y Lc., ), a tal grado que se pueda afirmar, como lo hace José Antonio Pagola, que el evangelio de Juan ilumina la persona de Jesús y su actuación con una profundidad nunca antes desarrollada por ningún otro evangelista.
  

Revisión del 20:49 14 feb 2023

Fecha: 15 – 01 – 2023

Ciclo litúrgico: Ciclo A – 2° Domino del Tiempo Ordinario

+ Evangelio según San Juan 1, 29-34

Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me precede, porque existía antes que yo.

Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel”.

Y Juan dio este testimonio: “He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios”.

==HOMILÍA==
El evangelio de hoy es del evangelista Juan. Resulta un tanto diferente y de alguna manera superior a los sinópticos (Mt., Mc., y Lc., ), a tal grado que se pueda afirmar, como lo hace José Antonio Pagola, que el evangelio de Juan ilumina la persona de Jesús y su actuación con una profundidad nunca antes desarrollada por ningún otro evangelista.

Ahora, en el evangelio que acabamos de escuchar, Juan (el evangelista) pone en boca de Juan (el bautista) unas afirmaciones que nos permitirán entender mejor quién es Jesús y cuál ha sido su misión. Cosa importante, para quienes queremos seguirlo.

1.Jesús, así lo dice el evangelio viene hacia Juan Bautista, y este exclamó: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Los judíos llevaban un cordero al templo, a que fuera sacrificado para lograr la expiación de sus pecados. Con el sacrificio del cordero se restablece la comunión con Dios. En términos propios del culto, Juan (evangelista) evoca y explica la muerte de Jesús en la cruz.

A Jesús, como cordero lo mataron. Lo mataron porque fue un estorbo para los intereses mezquinos de los poderosos. Muere una muerte martirial, diríamos nosotros, como tantos hermanos y hermanas que entregaron su vida por una causa noble. Jesús, como cordero sacrificado quita el pecado. Podemos entenderlo así. Jesús hizo su parte por quitar el pecado y ahora nos invita a que nosotros y nosotras sigamos luchando por erradicar el pecado del mundo.

Interesante el comentario de José Antonio Pagola:” Jesús es presentado como alguien que quita el pecado del mundo. Alguien que no solo ofrece el perdón, sino también la posibilidad de ir quitando el pecado, la injusticia y el mal que se apodera de nosotros. Creer en Jesús no consiste solo en abrirnos al perdón redentor de Dios. Seguir a Jesús es comprometernos en su lucha y su esfuerzo por quitar el pecado que domina a los seres humanos con todas sus consecuencias.”

Y Jesús, como cordero a que matan y que quita el pecado, restablece, la comunión con Dios. Pecar no es solamente violentar la ley, ni solamente una ofensa a Dios, es sobre todo rechazo del reino de Dios; es no aceptar a Dios como Padre y, en consecuencia, no aceptar la fraternidad que Dios quiere ver implantada entre nosotros. Es superando el pecado que destruye la fraternidad, cómo podemos volver a vivir en comunión con Dios.

2. Más adelante en el evangelio Juan el evangelista hace decir a Juan Bautista, a partir de la experiencia que tuvo él durante el bautismo de Jesús: “He visto el Espíritu, bajado del cielo como una paloma y quedarse sobre él”. Con el tiempo se va viendo una plena identificación de Jesús con Dios. La voluntad de Jesús es la voluntad de Dios; el deseo de Jesús es el deseo de Dios; el proyecto de Jesús es el proyecto de Dios. El sueño de Jesús es el sueño de Dios. A eso nos referimos cuando decimos que Jesús está movido únicamente por el Espíritu de Dios.

Así también los seguidores de Jesús deberían dejarse mover únicamente por el Espíritu de Jesús: pensar como Jesús, amar como Jesús y actuar igual como Jesús. Solo entonces existirá esa plena identificación entre Jesús y sus seguidores. Por desgracia, dice José Antonio Pagola,” tal como es vivido hoy por muchos el cristianismo no suscita seguidores de Jesús, sino solo adeptos a una religión. No genera discípulos que, identificados con su proyecto, se entregan a abrir caminos al reino de Dios, sino miembros de una institución que cumplen mejor o peor sus obligaciones religiosas. Muchos de ellos corren el riesgo de no conocer nunca la experiencia cristiana más originaria y apasionante: entrar por el camino abierto por Jesús.”

Aquí cabe una palabra sobre cómo debería ser entendido y practicado el bautismo. Seguramente no como un rito externo que nos hace adeptos de una religión, sino como un rito que nos compromete a una radical transformación de nuestra vida, motivado por el ejemplo de Jesús. Siendo así, sin duda, el sacramento del bautismo, incluye una responsabilidad enorme para los papás y los padrinos: acompañar a los bautizados y bautizadas en su crecimiento hacia una vida auténticamente cristiana.

3. Y ya concluyendo el evangelio oímos a Juan Bautista decir: “Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”. Es evidente que Juan Bautista no pudo haber dicho esto. Pues es una afirmación que no cabe al inicio sino más bien al final de la vida pública de Jesús o con otras palabras esta afirmación solo puede ser el resultado de un largo proceso. A lo mejor Juan pudo haber procesado las muchas experiencias vividas, junto a Jesús, para finalmente llegar a hacer tal afirmación y poner su propia convicción en la boca de Juan Bautista, los discípulos y discípulas deben haber visto a Jesús primero como un personaje curioso con un mensaje atrayente, después, como un amigo excepcional, después como un hombre muy de Dios y totalmente consecuente con su prédica, después como un mártir de aquellos capaces de dar la vida por una causa noble, lleno de coraje y valentía hasta el final, y después como aquel que venció la muerte.

Todas esas experiencias juntas los llevó a ver a Jesús como la plena revelación de Dios, es decir, como hijo de Dios. Como el proceso exactamente ha sido, no sé, pero qué hubo tal proceso no cabe duda. En este sentido, la fe es también un proceso. Si hemos llegado a ver a Jesús como un hombre con una práctica y un mensaje dignos de ser tomados como norma para nuestra vida diaria, ya hemos avanzado bastante en el camino de la fe. Queridos hermanos y hermanas, acabamos de celebrar el aniversario de la primera ofensiva y luego estaremos celebrando la firma de los Acuerdos de paz. El sueño de una sociedad democrática con justicia social se mantiene vigente. La historia, igualmente, se puede ver como un proceso. Y en ese proceso no siempre experimentamos avances, también experimentamos retrocesos. Sin embargo, el alcance de la meta está garantizado.

Lo dice el Papa en su mensaje con motivo de la jornada de la paz: “aunque los acontecimientos de nuestra existencia tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y sobre todo, guía nuestro camino.”