Diferencia entre revisiones de «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»
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A nosotros nos cuesta perdonar. Aprendámoslo para que de esta manera podamos contribuir a una convivencia fraterna, a una convivencia en paz. | A nosotros nos cuesta perdonar. Aprendámoslo para que de esta manera podamos contribuir a una convivencia fraterna, a una convivencia en paz. | ||
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+ | '''Padre Rogelio Ponseele''' |
Revisión actual del 14:29 30 mar 2022
Fecha: 17-09-2017.
Ciclo Litúrgico: Ciclo A - 4º del Tiempo Ordinario.
Tema: Perdonar.
Evangelio San Mateo (18, 21-35)
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿Cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo. "El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes. "El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Resumen:
Estamos concluyendo nuestra celebración, tuvimos una pequeña reflexión sobre el perdón .Saber perdonar es lo más saludable, así lo hemos dicho. Creo que cada uno de nosotros tiene que hacer un pequeño examen de conciencia, para descubrir donde no hemos cumplido con esa exigencia del evangelio, la de perdonar. Creo que todos y todas tenemos algo que hablar y algo que reconocer sobre este asunto.
Homilía:
Queridos hermanos y hermanas las lecturas del domingo pasado hacían referencia a la comunidad, como una instancia fundamental, en la vida de un ser humano. Pues, solo estando integrado a la comunidad, solo estando sirviendo a la comunidad, es cómo podemos realizarnos y desarrollarnos plenamente, es una verdad de las ciencias humanas, pero es una verdad aún reforzada por el mensaje de la biblia. La comunidad es fundamental en la vida y colocándonos a la par de la comunidad o al margen de la comunidad nos estamos empobreciendo, nos estamos debilitando.
También decíamos la semana pasada que las lecturas señalaban tres prácticas importantes, prácticas que no pueden faltar en una verdadera comunidad.
En primer lugar, en la comunidad debe de haber amor, decía San Pablo en la primera Lectura, no tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo. En realidad, es el amor que da consistencia a la comunidad. La práctica del amor es esencial dentro de la comunidad.
En segundo lugar, dentro de la comunidad, refiriéndonos tanto a la comunidad familiar, como a la comunidad social o la comunidad eclesial, es igualmente importante también la corrección fraterna. La comunidad debe asumir la responsabilidad, respecto a la suerte de cada uno de sus miembros. La corrección fraterna se debe practicar, para que el miembro, que se está descarrilando pueda volver al buen camino.
En tercer lugar, algo específicamente para la comunidad eclesial, debe haber en la comunidad eclesial oración. La oración comunitaria es una oración que tiene mucha fuerza ,porque es una oración reforzada, por la presencia de Jesús que dijo donde dos o tres están reunidos, allí me hago presente yo.
Ahora, en la lectura evangélica de hoy encontramos otro elemento, otra práctica que debe darse necesariamente dentro de la comunidad, es la práctica del perdón. Hemos escuchado una parábola desconcertante. Un rey llama a un siervo.
Le perdona una gran cantidad de dinero. Este mismo siervo, a la salida, se encuentra con un compañero, con un amigo. Este amigo le debía una pequeña cantidad de dinero, pero el siervo que acaba de ser perdonado por el rey no fue capaz de perdonar esa deuda a su compañero, a su amigo. Los compañeros, otros, que anduvieron por allí, fueron a contar la historia al rey y el rey indignado llama al siervo y lo reprende y lo entrega a los verdugos.
Ni el rey, ni el siervo, ni los compañeros, supieron perdonar y es esto lo que nos exige el evangelio, siempre debemos estar dispuestos a perdonar, aunque cuesta un montón.
Al inicio del evangelio Pedro se le acerca a Jesús con la pregunta y cuantas veces hay que perdonar ,hasta 7 veces? Pedro sabe que hay que perdonar y sabe que hay que perdonar una y otra vez, tal vez hasta 7 veces. Pedro piensa que debe haber un límite, por eso pregunta ¿ hasta 7 veces? Jesús contesta no digo 7 sino 70 veces 7, es decir, Jesús esta diciendo que tenemos que ser capaces de perdonar siempre
Ni el rey ,ni los compañeros, ni el siervo pudieron perdonar y nosotros no sé. También a nosotros nos cuesta bastante perdonar, nos cuesta bastante entender este mandamiento de Jesús y nos cuesta más aún ponerlo en práctica; El perdón es una cosa bastante difícil, bastante costosa, para nosotros seres humanos. No obstante, sería bueno aprenderlo, es lo más saludable. Cuando alguien nos ha ofendido, nos sentimos irritados, nos sentimos encolerizados, indignados, surge un profundo resentimiento en nuestro corazón, y hasta pueda surgir también odio hacia la persona que nos ha ofendido, y por ultimo también el deseo de vengarnos. No sé cuál es la experiencia, de ustedes, pero creo que todos ,alguna vez, hemos experimentado que estos sentimientos negativos que surgen, cuando uno ha sido ofendido no nos hacen felices, esos sentimientos no nos ayudan para nada. De allí que la biblia, la palabra de Dios nos invita a perdonar, porque perdonando nos estamos, no olvidando del pasado pero si nos estamos desvinculando del pasado y nos hacemos capaces de iniciar una vida nueva liberada de tanto lastre; lo más saludable es saber perdonar.
Hay dos ejemplos sublimes respecto a eso: cuando Jesús está en la cruz dice:” Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y monseñor Romero dijo en una entrevista” si llegan a matarme dígales que desde ya los perdono”.
A nosotros nos cuesta perdonar. Aprendámoslo para que de esta manera podamos contribuir a una convivencia fraterna, a una convivencia en paz.
Padre Rogelio Ponseele