Diferencia entre revisiones de «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»

De CEBES Perquín
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Revisión actual del 17:22 29 mar 2022

Fecha: Domingo 18 de octubre de 2020.

Ciclo Litúrgico: Ciclo A - 29° Domingo del Tiempo Ordinario

Evangelio Según San Mateo (22. 15-21)

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:

«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias.

Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?».

Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».

Le presentaron un denario.

Él les preguntó: «De quién son esta imagen y esta inscripción?».

Le respondieron: «Del César».

Entonces les replicó: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Homilía

El pueblo de Palestina y los impuestos.

La mayoría de la gente vivía en la pobreza y la miseria. En el campo, la tierra era de unos pocos. La mayoría eran jornaleros y artesanos. En la ciudad habían muchos trabajadores. Toda esta gente tenía apenas lo necesario para vivir. Tanta era la miseria que había muchos hambrientos y enfermos. No faltaban los mendigos, sobre todo alrededor del templo.

A este pueblo, hundido en la pobreza, le tocaba pagar muchos impuestos.

Muchos quedaban enjaranados porque no podían pagar.

1. El tributo: el impuesto que tenían que pagar al emperador de Roma.

2. La Annona: era un impuesto anual, para mantener el ejército romano acampado en Cesárea (territorio de Palestina).

3. El impuesto de aduana.

4. El impuesto que le tenían que pagar al rey Herodes, que llevaba una vida de lujo.

5. Los impuestos religiosos. ¿De dónde sacaban el dinero para construir el templo (grandioso), para pagar los sacerdotes y los guardianes del templo? De la gente. El pueblo de Jesús tenía que dar la décima parte de la cosecha al Sumo Sacerdote (Diezmo),una contribución para la construcción y mantenimiento del templo ,además pagaban para adquirir los animales que ocupaban para los sacrificios(dos pichones = el salario de 50 días de trabajo)

Se entiende que el tema de los impuestos era un tema muy sensible y muchas veces también causa principal de alguna revuelta popular.

Una trampa bien pensada.

¿Es lícito pagar tributos al César o no? Los zelotes se negaban a pagarlo como una forma de resistencia activa al imperio ocupante. Las clases colaboracionistas (saduceos y sacerdotes) recomendaban el pago. Los fariseos dudaban. Teóricamente estaban en contra, pues eran muy nacionalistas, pero en la práctica terminaban pagando. ¿Y Jesús?

La cuestión no era sencilla: si hubiera dicho que no, no es lícito pagar tributos al César se hubiera echado encima al Emperador y esto hubiera sido fatal, y si hubiera dicho que si, 2se hubiera echado encima a la pobre gente, a la que tanto amaba, harta de pagar tanto impuesto.

Al responder Dadle al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios, es decir, al separar César de Dios, afirma algo muy de fondo: César no es Dios, y al decir esto, desmitifica la figura del emperador. Jesús le está quitando a la autoridad la base religiosa en la que pretende apoyarse.

Los Césares se divinizaron y reclamaron para sí un culto por parte de sus súbditos. Era la expresión de su ansia de poder y una hábil táctica para reforzar su autoridad y el servilismo de los ciudadanos.

Por todo esto, lo que demanda Jesús es la total libertad ante la autoridad y deja ver que ningún poder tiene el derecho a oprimir, explotar, agredir y manipular a los súbditos.

Una frase manoseada.

“Dar al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios” es una de las más manoseadas frases del evangelio. En todos los tiempos se ha usado para deslindar campos y decir que los curas y cristianos no tienen que meterse a hacer juicios de tipo político, ni a intervenir en las cosas del Estado, sino que deben dedicarse más bien a las cosas de Dios, rezar y estar en la iglesia…

En nuestro país, hasta hace poco hemos escuchado esto y hasta M. Romero fue duramente criticado en este sentido; se le acusaba de meterse en cosas que no le correspondían, como iglesia.

M. Romero al contradecir esas críticas injustas dice: “Quienes creen que mi predicación es política, que provoca la violencia, como si yo fuera el causante de los males en la república, olvidan de que la palabra de la iglesia no está inventando los males que ya existen en el mundo. sino iluminándolos. La luz ilumina lo que existe no lo crea… Quiero ratificar que mis predicaciones no son políticas; son predicaciones que naturalmente tocan la política, tocan la realidad del pueblo, pero para iluminarlas y decirles que es lo que Dios quiere y que es lo que Dios no quiere”.

El bien común, punto de encuentro.

El poder civil y el poder religioso se encuentran o deben encontrarse en la preocupación compartida por el “bien común”.

Al referirse a ese encuentro, diálogo M. Romero dice: “La iglesia, de ninguna manera buscará privilegios, no basaría en competencias de carácter político, sino que tendería a esa sana cooperación entre gobierno e iglesia para la creación de un orden social justo, eliminando progresivamente las estructuras injustas y promoviendo, los hombres nuevos, que el país necesita para manejar y vivir en las nuevas estructuras de la justicia, de la paz y del amor.

El Papa Francisco refuerza esas palabras de M. Romero sobre el diálogo cuando dice en su última encíclica: “Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo “dialogar” … El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta”. (Fratelli Tutti, todos hermanos).

Padre Rogelio Ponseele