Diferencia entre revisiones de «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres»
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Revisión actual del 15:40 21 mar 2022
Fecha: Domingo 29 de agosto de 2021.
Ciclo Litúrgico: Ciclo B – 22° Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio Según San Juan (7, 1-8. 14-15. 21-23)
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos”.
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
Homilía
De acuerdo con el evangelio, una vez más Jesús tiene un encuentro, o mejor dicho un desencuentro con un grupo de fariseos. Esta vez se han dejado acompañar de algunos letrados, expertos en tradiciones y leyes que, a su juicio, deben ser cumplidas. Están preocupados viendo la total libertad, con la cual los discípulos cumplen o no cumplen las sagradas tradiciones de los mayores. O más que preocupados, están escandalizados y deciden abordar el tema con Jesús, después de haber percatado como los discípulos toman los alimentos sin antes haber lavado las manos, lo cual era solo una de las tantas prescripciones que la ley imponía.
Para entender el punto de vista de aquellos fariseos y letrados, hay que saber cómo la religión judía había venido dando a la observancia piadosa de las tradiciones un lugar prioritario, por encima de la voluntad de Dios. El amor y la instauración del reino ya no era lo primero sino el cumplimiento cabal de las tradiciones. O para así decirlo las tradiciones, poco a poco, han venido desplazando a Dios y su voluntad. En el caso de Jesús lo suyo no era la observancia piadosa por encima de todo, sino la búsqueda apasionada de la voluntad de Dios.
Jesús, al querer responder al cuestionamiento que les hacen los fariseos y letrados (¿Cómo es que sus discípulos comen sin lavarse las manos?) cita las palabras del profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Luego denuncia en términos claros donde está la trampa “Dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres”. Este proceso de desplazar a Dios y su voluntad y priorizar antes que nada el cumplimiento de las tradiciones, en tiempos de Jesús, había llegado a un extremo, de ahí la respuesta tajante que Jesús les da a sus opositores.
El tema de las tradiciones no deja tener bastante actualidad. ¿Qué importancia debemos dar a las celebraciones, a los sacramentos, a las floreadas y posadas, a la oración del rosario, y a tantas otras prácticas religiosas? Para decir algo…
1. Todas tienen alguna importancia, aunque unas más que otras: por ej.: la misa es más importante que la floreada, el bautismo más que el rezo del rosario.
Pero todas tienen alguna importancia si cumplen con los siguientes requisitos: deben producir un acercamiento fraterno a los demás y un verdadero encuentro con Dios; y deben motivarnos a vivir una vida fiel al evangelio y al proyecto del reino de Dios.
2. En relación con este tema es importante cuestionar un poco lo que, a veces, nos pasa, tal como lo dice José Antonio Pagola: “cuando bautizamos a nuestros hijos, hijas o cuando celebramos una boda, lo que realmente nos importa es el vestido de la niña, la foto de los novios, las flores del altar, o últimamente también el reportaje de vídeo de la ceremonia. Que todo salga bonito y emocionante.
En muchas de estas celebraciones, continua el mismo Pagola, se observan las normas, hay cantos y música, se cumplen los ritos, pero cuando se honra a Dios con los labios, ¿dónde está el corazón? Este culto llena de convencionalismos e intereses diversos, ¿no está demasiado vacío de Dios?
A modo de aclarar un poco más lo que estamos reflexionando, tal vez, una palabrita más respecto al bautismo.
- El bautismo se debe celebrar, sea al final, pero dentro de la misa, en presencia de la comunidad congregada. No vale despachar a la gente para celebrar el bautismo con un pequeño grupito. El bautismo es un acto comunitario. Es la comunidad que recibe al niño o niña como un nuevo miembro.
- Por otro lado, el bautismo no es un acto gratuito, hay un compromiso de por medio. Los padres, los padrinos, y la comunidad se comprometen. ¿A qué? A que el niño o la niña reciba una educación humana y cristiana a fin de que pueda ser feliz. ¡Importantísimo!
Debe hacernos pensar en lo que dice un famoso cantante: “hay más religiones en el mundo que niños felices.”
La parte final del evangelio nos advierte: nada que entre de fuera pueda hacer al hombre impuro. Lo que hace impuro al ser humano viene de dentro, tiene su origen en el corazón de uno. De ahí, del corazón, es que salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo y frivolidad. Y son estas las maldades que salen de dentro y que nos hacen impuros.
La advertencia es esa: que sepamos cuidar nuestro corazón.
Lo que dice Jesús no es ajeno a nuestra experiencia
Cuantas veces no llenamos nuestro corazón de sentimientos negativos que tarde o temprano nos hacen producir actos indebidos y hasta delictivos.
No podemos permitir que el corazón se llene de codicia, rencor, odio, envidia, resentimiento, deseo de venganza, sentimientos de rivalidad etc.
Más vale llenar el corazón de amor, de humanismo, de aprecio al otro, de amor a la verdad y a la honestidad y de toda clase de sentimientos positivos.
Un corazón así garantiza una vida noble en respuesta a la voluntad de Dios.
Padre Rogelio Ponsele
Referencia