Diferencia entre revisiones de «A los ochos días, llegó Jesús»

De CEBES Perquín
(Creación de página)
(Sin diferencias)

Revisión del 19:40 14 mar 2022

Fecha: Domingo 11 de abril de 2021.

Ciclo Litúrgico: Ciclo B – 2° Domingo de Pascua

Evangelio Según San Juan (20, 19-31)

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás: «Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Resumen

-Los apóstoles están reunidos al atardecer con las puertas cerradas.

-Jesús, el resucitado, se les aparece y les ofrece la paz.

-Muestra sus manos y el costado.

-Los discípulos, reconociéndolo, se llenan de mucha alegría.

-Juan introduce a su evangelio el acontecimiento pentecostal; Exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo”. Es El que motiva a pedir el perdón y a perdonar.

-El apóstol Tomás es el único que no está. Probablemente se había ofrecido para cubrir, afuera, algunas diligencias necesarias.

-Al regresar a casa le cuentan lo que ha sucedido.  No lo cree. Y además dice: “si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto la mano en el costado, no lo creo.”

-Ocho días después, Jesús de nuevo aparece, ante los y las discípulas. Ahora si está presente el apóstol Tomás, Jesús le ofrece la oportunidad de tocar sus heridas y le invita a creer: no seas incrédulo sino creyente.

-Sin haber tocado las heridas. Tomás se da por convencido y exclama: “Señor mío y Dios mío”.

Homilía

1. La carta de presentación

Jesús, al presentarse, muestra sus heridas. Son su carta de presentación. Deja claro que él que se presenta ahora a los y las discípulos, es el mismo que murió clavado en la cruz. Se presenta, haciendo referencia a su fidelidad a la misión encomendada, hasta la muerte martirial.

2. Nuestra carta de presentación.

Limitándonos a los valores que resalta el evangelio de hoy, podemos decir que como cristianos debemos ser artesanos de la paz, debemos irradiar en todo momento verdadera alegría, saber pedir perdón y perdonar y a ejemplo de Jesús, ser hombres y mujeres fieles a la misión encomendada. Estas tres cosas son aspectos fundamentales de nuestra carta de presentación.

Como artesanos debemos contribuir al bienestar integral de todos nuestros hermanos y hermanas. Sin esto no pueda haber paz.

La capacidad de pedir perdón y de perdonar, fruto del Espíritu Santo, debe ser una de las características sobresaliente de todo cristiano y cristiana. Que esto es difícil, sin duda, pero es mandato del evangelio.

Cuantas veces hay que perdonar, pregunta Pedro, y Jesús contesta: “no solo siete veces sino setenta veces siete”, es decir, siempre.

La fidelidad a la misión motivada por ejemplo de Jesús y fruto del Espíritu Santo es otro elemento esencial de nuestra carta de presentación. Procuremos ser cristianos de verdad y hasta el fin.

3. La figura del apóstol Tomas.

- Tendemos a enfatizar en lo negativo que señala el evangelio, acerca del apóstol Tomás: el que no estaba cuando Jesús apareció ante sus colegas, andaba en la calle; el que rechazó así no más el testimonio de sus hermanos y hermanas; el que persistió en esta actitud incrédula durante ocho días y el que dijo con mucha jactancia:” si no puedo tocar las heridas no creo”. Y por colmo la tradición cristiana le pone como apodo, el incrédulo.

- Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas no dicen nada acerca de Tomás a no ser que fue elegido por Jesús para ser contado entre los doce.

- Solo Juan ha conservado dos incidentes que involucran al apóstol Tomás.

*En el capítulo once, se refiere a la muerte de Lázaro. Jesús, con sus discípulos, anda fuera del país. Ha decidido ir a Betania para estar cerca de la familia amiga en estos momentos difíciles. A juicio de varios discípulos hacer esto es peligrosísimo, pues los jefes de los judíos han decidido capturarlo. Tomás se da cuenta que la decisión de ir a Betania está tomada y dice a los demás: “vayamos también nosotros para morir con él”. Tomás el valiente deberíamos llamarlo; Tomás el fiel; Tomás el que amó. Tomás desea estar con Jesús, incluso hasta la muerte.

*Capítulos después Juan registra la oración de Jesús en la última cena. Jesús se refiere a su pascua, por el sufrimiento hasta la gloria. Lo habla de una manera velada. Los discípulos no entienden. Tienen ganas de pedirle más explicación. El único que se atreve es Tomás.  No se acobarda en el silencio. Interrumpe la oración y dice: no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino? No estaba entendiendo y quería hacerlo. No puede seguir a Jesús a menos que sepa a dónde y cómo. Así de simple. Deberíamos de llamarlo, Tomás el recto o el sencillo; o qué tal el saludablemente directo y realista Tomás. O incluso podríamos decirle Tomás el seguidor del Camino.

Teniendo estas anécdotas como trasfondo podemos decir que Tomás no dudaba de Jesús, más bien dudaba de sus colegas.

Si realmente vieron al Señor, ¿por qué siguen encerrados en su cuarto? Si están tan llenos de alegría, porque no puede leerla en sus rostros. ¿Si recibieron el poder del Espíritu de Dios para completar la obra de Cristo en la tierra – qué están esperando?

De modo que Tomás les dice, en otras palabras, “no me parecen creíbles.”

Tomás sencillo, leal, recto, con los pies en la tierra, directo que ama-que no comprendía, pero quiere hacerlo, que deseaba seguir a Jesús pero que necesita saber el camino.

Tomás no duda del Señor; dudó de la palabra de sus amigos.

Con todo esto, Tomás el incrédulo como le llama la tradición, vuelve a ser, para todos nosotros y nosotras un ejemplo a seguir.

Padre Rogelio Ponseele