Diferencia entre revisiones de «Las congregaciones de madres Cristianas un nuevo impulso al trabajo pastoral a partir del año 85»

De CEBES Perquín
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(Sin diferencias)

Revisión del 19:20 9 ago 2021

Había una presencia muy significativa de la mujer en el proceso revolucionario, desde la cocina hasta el combate, cumpliendo un sinfín de tareas.
A nivel netamente pastoral, igualmente es notoria la presencia de la mujer, tanto en el equipo zonal como en los equipitos locales.

Cita: Marina. Parte del equipo zonal tuvo mucha claridad respecto a su papel.
“No era fácil ver capturada a la gente que conocíamos. Nos tocaba defender la vida, trabajar en medio de la guerra, era predicar la esperanza... ”.

La organización de las mujeres se extendió a todos los municipios de la zona norte de Morazán.

Cita: Eloísa Chicas. Entrevista realizada en la Plaza Pública de Torola. 2018
“Recuerdo que ya no era necesario que estuviera el Padre Rogelio o el Padre Miguel, sino que ya nosotras asumíamos una responsabilidad y no era una responsabilidad sencilla. Primero nos organizamos para defender los Derechos Humanos, a través de la celebración de la palabra, siempre nos aprendíamos textos bíblicos para defendernos cuando venían los operativos, siempre había alguien en la comunidad que se quedaba haciendo una labor”.

A finales de 1985, se fundó la Congregación de Madres Cristiana, con el fin de aprovechar aún más, todo el potencial que representan las mujeres. Evelin Romero, a quien conocimos como Paty, dio forma a lo que fueron y todavía son las Congregaciones de Madres Cristianas. Era, pensaban entonces, mejor hablar de congregaciones que de comités, que se veían como muy políticos y por consiguiente más vulnerables ante la actitud represiva de los militares. Se logró constituir un grupo de mujeres (Congregación) en la zona de Perquín y posteriormente las congregaciones de madres se extendieron en toda la zona del norte de Morazán.

De acuerdo a su naturaleza, las madres salieron en defensa de la vida, cada vez que era necesario.

Cita: Miriam Rodríguez. Memoria relatada en La Trilla. 29 de junio de 2018.
“Uno de los momentos más fuertes para las madres era defender la vida, cuando los operativos eran solo persecución y capturas. Nos tocaba andar ahí a nosotras y nos tocaba porque teníamos una convicción clara del papel de nosotras como madres cristianas, en todo el proceso de las comunidades eclesiales de base, eso me quedo´ bien marcado, que teníamos que hablar con los jefes de los militares”.

Otra acción muy fuerte fue la de romper cercos militares y de esta manera lograr la entrada de camiones de víveres que venían del arzobispado y los insumos para el proyecto Pan y leche. Otras madres asumieron el papel de correo, sirvieron de enlace entre San Salvador y el frente de guerra. Por supuesto, una tarea muy delicada. Panchita se destacaba en esta tarea.

Fue un período de una lucha tenaz, donde las mujeres demostraban su calidad moral, muy superior, a las actitudes mezquinas de los militares.

Cita : Ascensi´on Ruiz. Memoria escrita sin fecha.
“En este tiempo descubría, el valor de las mujeres organizadas en las Congregaciones de Madres Cristianas por la Paz. Realizaban, sin hacer ruido, un trabajo importante en defensa de los Derechos Humanos.

Los compas habían pintado en algunas paredes: “¡Por los niños descalzos, sin pan, juramos vencer!”.

Las mujeres, desde ya, trataban de sostener a las niñas y niños en todo el norte de Morazán, alfabetizándolos y garantizándoles una mejor alimentación a través del proyecto Pan y leche, apoyado al principio por Las Hermanas de la Congregación a la que yo pertenezco y posteriormente se unieron otros grupos de la Solidaridad Internacional”.

Algunas de estas mujeres fueron capturadas. Fidencia, Angelita, la hermana Mary Carmen (española) y otras, figuran entre las aprehendidas.

Cita: Angelita. Memoria relatada en La Trilla. 29 de junio de 2018.
“Me tenían a punta de cuchillo, pero yo no me quedaba callada, el Espíritu Santo no nos soltaba la mano, sobrevivimos con otra compañera al coronel Vargas”.

Esta experiencia fortaleció en las mujeres su esperanza y sus ganas de tra- bajar. Se incorporaron al proyecto Pan y leche para los niños desnutridos.

Cita: Rosa Moya. Memoria relatada en La Trilla. 29 de junio de 2018.
“En las escuelas nos organizábamos para repartirlo, a veces hasta en contra de los mismos maestros”.

A las madres les tocaba preparar los alimentos, repartirlos y esconder los insumos cuando había un operativo. Solo por estar vinculadas con este proyecto, ponían en riesgo a su familia y su propia vida. Esa era la convicción que tenían.

A pesar de lo difícil de aquel período y de los muchos riesgos que corrieron las madres, recuerdan todo esto con alegría y orgullo, consciente que su aporte ha sido grande: supieron alentar la esperanza, practica- ron con esmero la solidaridad, asumieron compromisos concretos con sus prójimos, valoraron la organización como punto de partida para que sus esfuerzos fueran eficientes y vivieron la fe con radicalidad.

En esta etapa se destacaron de manera especial, entre otras: Fidencia (Q.E.P.D), Panchita (Q.E.P.D), Perfecta (Q.E.P.D), Albertina (Q.E.P.D), Sabina, Elba, Miriam, Eloísa, Lolita y Paty...