Diferencia entre revisiones de «La legitimidad del trabajo pastoral en el norte de Morazán»

De CEBES Perquín
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A partir de los años sesenta comienza a surgir una iglesia más atenta y más comprometida con la transformación de la sociedad. A este fenómeno contribuyeron: el Concilio Vaticano II (1962-1965), la Conferencia Episcopal de Medellín (1968), el impulso de un nuevo modelo de iglesia y la nueva práctica de hacer teología.
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El Padre Esteban Velásquez coincidió con el Padre Rogelio en los últimos años de la guerra, desde el año de la ofensiva final en 1989 hasta un año después de la firma de los Acuerdos de Paz, en 1993. En los primeros meses del 2021, el Padre Esteban escribió una serie de relatos que ayudan a entender aquellos momentos de incertidumbre para la continuidad del trabajo pastoral en la zona norte de Morazán.
 
 
Para los cristianos salvadoreños, la palabra y la vida de Monseñor Romero constituye un reto y un estímulo, para, a ejemplo de él, insertarse en la lucha por una nueva sociedad.
 
La misma situación de aquellos años, con tanta lucha callejera, la consolidación de las organizaciones populares, la sangrienta represión como respuesta del gobierno, las capturas y asesinatos en número creciente, etc.; planteó la interrogante a los cristianos y cristianas:
 
 
 
- ¿Y nosotros qué haremos o qué debemos hacer?
 
A finales de la década de los 60, el Padre Miguel Angel Ventura, logró, desde su parroquia ubicada en el municipio de Torola, al norte del departamento de Morazán, realizar una intensa labor de concientización cristiana. Tradujo el concepto de la teología de la liberación en un mensaje claro:
 
 
 
 
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<div class="mp-frame-header" style="background-color: #9C9C9C; color:#fff;">Cita: Miguel Ventura. Mencionado en programa radial transmitido en Radio Segundo Montes.<br /></div>
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<div class="mp-frame-header" style="background-color: #9C9C9C; color:#fff;">Cita: Padre Esteban Velásquez. Memoria escrita en diciembre de 2020.<br /></div>
<div class="mp-frame-body"><div style="color:#000; font-weight:; text-align: center;">''“No es entender el mundo, sino cambiarlo y no alejar la teología de la vida diaria y del sufrimiento de los pobres, sino hacer experiencia cristiana con la realidad, donde se estudia la creciente pobreza estructural y destructiva”.''</div>
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<div class="mp-frame-body"><div style="color:#000; font-weight:; text-align:;">''“Me viene a la mente lo que me contaron de cuando Monseñor Urioste, heredero espiritual de Monseñor Romero, al que muchos hubieran deseado como su sucesor, fue a visitar a Morazán y, al llegar a ti, Rogelio, se arrodilló para darte las gracias, emocionado por lo que habías hecho Por el pueblo salvadoreño era totalmente justo ese reconocimiento.''<br/>
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Un mensaje que cayó como gota de agua en el desierto, por la creciente pobreza de las familias de acá y en todo el país, al que Padre Miguel tuvo que abandonar porque no encontró apoyo en el Obispo de la Diócesis. El Padre Miguel, por su labor a favor de los pobres, fue capturado y torturado.
 
  
Su labor de concientización cristiana posibilitó la organización y la lucha de los campesinos al norte de Morazán que, a su vez, fueron perseguidos.
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''En esa zona de guerra, habitaban alrededor de 25,000 campesinos sin ninguna atención pastoral oficial. Habían varias parroquias totalmente abandonadas y sin ningún trabajo de párroco alguno en los siguientes pueblos: Joateca, Jocoaitique, Arambala; una parte de Meanguera, Perquín con su gran anexo en la montaña de los caseríos que forman parte del llamado bolsón de Nahuaterique; San Fernando y Torola. De hecho, aquella población cristiana hasta la médula no hubiera tenido sacramentos ni atención pastoral eclesial durante los 12 años de Guerra sin nuestra presencia.''<br/>
  
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''Nosotros considerábamos que, si un ejército tenía Capellanes Militares para la atención espiritual de sus soldados, también tenía derecho el otro ejército a tener sus Capellanes; tanto los soldados del ejército gubernamental como los guerrilleros eran en su mayoría cristianos y tampoco ellos (los guerrilleros), lo mismo que la población civil hubieran tenido en toda la guerra ninguna otra atención espiritual si nosotros no hubiéramos estado allí”.''</div>
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<div class="mp-frame-header" style="background-color: #9C9C9C;">Cita : Saul. Un campesino originario de Cacaopera. Memoria relatada en La Trilla 29 de junio de 2018.<br /></div>
 
<div class="mp-frame-body"><div style="color:#000; font-weight:; text-align: center;">''“Estábamos en la comunidad Los Naranjos, junto a varios trabajadores de la iglesia y sacerdotes de Irlanda que hacían un trabajo eclesial de base, después del asesinato de Padre Rutilio Grande. Yo sentía mucha lástima cuando unos cipotes, bien jovencitos, cayeron. Y para demostrar que el poder no estaba dispuesto a ceder, comenzó a operar en Morazán la Guardia Nacional, como instrumento represivo. Capturaron a Miguel y los catequistas que nos reunimos en Gotera nos manifestamos y al siguiente día fuimos capturados todos, pero no por eso retrocedimos, seguimos adelante. Dios ha hecho milagros con nosotros”.''</div>
 
 
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Para la concientización de los campesinos fueron determinantes los centros de formación El Castaño y Los Naranjos.
 
 
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Revisión del 17:53 9 ago 2021

El Padre Esteban Velásquez coincidió con el Padre Rogelio en los últimos años de la guerra, desde el año de la ofensiva final en 1989 hasta un año después de la firma de los Acuerdos de Paz, en 1993. En los primeros meses del 2021, el Padre Esteban escribió una serie de relatos que ayudan a entender aquellos momentos de incertidumbre para la continuidad del trabajo pastoral en la zona norte de Morazán.

Cita: Padre Esteban Velásquez. Memoria escrita en diciembre de 2020.
“Me viene a la mente lo que me contaron de cuando Monseñor Urioste, heredero espiritual de Monseñor Romero, al que muchos hubieran deseado como su sucesor, fue a visitar a Morazán y, al llegar a ti, Rogelio, se arrodilló para darte las gracias, emocionado por lo que habías hecho Por el pueblo salvadoreño era totalmente justo ese reconocimiento.

En esa zona de guerra, habitaban alrededor de 25,000 campesinos sin ninguna atención pastoral oficial. Habían varias parroquias totalmente abandonadas y sin ningún trabajo de párroco alguno en los siguientes pueblos: Joateca, Jocoaitique, Arambala; una parte de Meanguera, Perquín con su gran anexo en la montaña de los caseríos que forman parte del llamado bolsón de Nahuaterique; San Fernando y Torola. De hecho, aquella población cristiana hasta la médula no hubiera tenido sacramentos ni atención pastoral eclesial durante los 12 años de Guerra sin nuestra presencia.

Nosotros considerábamos que, si un ejército tenía Capellanes Militares para la atención espiritual de sus soldados, también tenía derecho el otro ejército a tener sus Capellanes; tanto los soldados del ejército gubernamental como los guerrilleros eran en su mayoría cristianos y tampoco ellos (los guerrilleros), lo mismo que la población civil hubieran tenido en toda la guerra ninguna otra atención espiritual si nosotros no hubiéramos estado allí”.