Diferencia entre revisiones de «Bibliografia Jorge Borges»

De CEBES Perquín
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<div class="NavHead" style="background-color: #2471A3;">'''Adíos'''</div>
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<div class="NavHead" style="background-color: #2471A3;">'''Alhambra'''</div>
<div class="NavContent" style="display: none;">En costa lejana y en mar de Pasión, dijimos adioses sin decir adiós. Y no fue verdad la alucinación. <br /> Ni tú la creíste ni la creo yo, «y es cierto y no es cierto» como en la canción. Que yendo hacia el Sur diciendo iba yo: «Vamos hacia el mar que devora al Sol». <br /> Y yendo hacia el Norte decía tu voz: «Vamos a ver juntos donde se hace el Sol». <br /> Ni por juego digas o exageración que nos separaron tierra y mar, que son ella, sueño y el alucinación.  <br />No te digas solo ni pida tu voz albergue para uno al albergador. <br /> Echarás la sombra que siempre se echó, morderás la duna con paso de dos... <br /> Para que ninguno, ni hombre ni dios, nos llame partidos como luna y sol; para que ni roca ni viento errador, ni río con vado ni árbol sombreador, aprendan y digan mentira o error del Sur y del Norte, del uno y del dos!
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<div class="NavContent" style="display: none;">Grata la voz del agua a quien abrumaron negras arenas, grato a la mano cóncava el mármol circular de la columna, gratos los finos laberintos del agua entre los limoneros, grata la música del zéjel, grato el amor y grata la plegaria dirigida a un Dios que está solo, grato el jazmín. Vano el alfanje ante las largas lanzas de los muchos, vano ser el mejor. Grato sentir o presentir, rey doliente, que tus dulzuras son adioses, que te será negada la llave, que la cruz del infiel borrará la luna, que la tarde que miras es la última.</div>
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<div class="NavHead" style="background-color: #2471A3;">'''Agua'''</div>
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<div class="NavHead" style="background-color: #2471A3;">'''Alguíen'''</div>
<div class="NavContent" style="display: none;">Hay países que yo recuerdo como recuerdo mis infancias. Son países de mar o río, de pastales, de vegas y aguas. Aldea mía sobre el Ródano, rendida en río y en cigarras; Antilla en palmas verdi-negras que a medio mar está y me llama; ¡roca lígure de Portofino, mar italiana, mar italiana! Me han traído a país sin río, tierras-Agar, tierras sin agua; Saras blancas y Saras rojas, donde pecaron otras razas, de pecado rojo de atridas que cuentan gredas tajeadas; que no nacieron como un niño con unas carnazones grasas, cuando las oigo, sin un silbo, cuando las cruzo, sin mirada. Quiero volver a tierras niñas; llévenme a un blando país de aguas. En grandes pastos envejezca y haga al río fábula y fábula. Tenga una fuente por mi madre y en la siesta salga a buscarla, y en jarras baje de una peña un agua dulce, aguda y áspera. Me venza y pare los alientos el agua acérrima y helada. ¡Rompa mi vaso y al beberla me vuelva niñas las entrañas!
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<div class="NavContent" style="display: none;">Un hombre trabajado por el tiempo, un hombre que ni siquiera espera la muerte (las pruebas de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal), un hombre que ha aprendido a agradecer las modestas limosnas de los días: el sueño, la rutina, el sabor del agua, una no sospechada etimología, un verso latino o sajón, la memoria de una mujer que lo ha abandonado hace ya tantos años que hoy puede recordarla sin amargura, un hombre que no ignora que el presente ya es el porvenir y el olvido, un hombre que ha sido desleal y con el que fueron desleales, puede sentir de pronto, al cruzar la calle, una misteriosa felicidad que no viene del lado de la esperanza sino de una antigua inocencia, de su propia raíz o de un dios disperso. Sabe que no debe mirarla de cerca, porque hay razones más terribles que tigres que le demostrarán su obligación de ser un desdichado, pero humildemente recibe esa felicidad, esa ráfaga. Quizá en la muerte para siempre seremos, cuando el polvo sea polvo, esa indescifrable raíz, de la cual para siempre crecerá, ecuánime o atroz, nuestro solitario cielo infierno.</div>
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Revisión del 01:44 11 abr 2021